viernes, 26 de septiembre de 2014

LA NACIÓN (Y III)

Quería haber acabado mi introducción al tema que nos ocupa con una síntesis-resumen pero no me es posible porque los distintos nacionalismos, aunque gozan de rasgos comunes,  creo que hay que entenderlos cada uno en su contexto (piénsese en el sionismo, en el nacionalismo kurdo o armenio, en el alemán,..). Termino pues con otros breves puntos de reflexión (quizás innecesarios) que se añaden a la estupenda sugerencia de Gerardo.

En Nueva York y su área metropolitana viven millones de personas de las etnias más diversas: puertorriqueños, italianos, antillanos, chinos, judíos (más que en Tel Aviv), negros,.. Hablan 170 idiomas, profesan muchas religiones y creencias, casi el 40% ha nacido fuera de EEUU, reciben cuarenta millones de turistas al año… y conviven. Constituyen una comunidad muy rica cultural y creativamente y relativamente segura (de las más seguras del país) ¿Por qué ese cosmopolitismo no es posible en todas partes?

Einstein, impulsor del sionismo y la fundación de un Hogar en Palestina escribe: “Usted llama a esto nacionalismo, y no sin cierta razón. Pero un trabajo de todos para formar una comunidad fuera de la cual no podemos vivir ni morir en este mundo hostil puede denominarse siempre con esa palabra horrible. En todo caso será un nacionalismo que no busque el poder, sólo la dignidad y la salud moral. Si no estuviéramos obligados a vivir entre hombres intolerantes, mezquinos y violentos, sería yo el primero en rechazar todo nacionalismo con miras a una comunidad humana universal”.

El problema del nacionalismo étnico es que tratándose de una creencia o fe individual quiere imponerse por las buenas o por las malas a toda una sociedad. ¿Qué pensaría usted de que se decidiera por mayoría su religión?


“En todos los lugares a los que he ido, siempre me he encontrado con el mismo conflicto: aquellos que creen que una nación debería ser el hogar de todos sin distinción de raza, color o religión; y aquellos otros que quieren que su nación solo sea el hogar de gente como ellos. Es una batalla entre la nación cívica y la nación étnica. Yo sé de que lado estoy. También sé cual es el lado que hoy en día parece ir ganando la batalla.” (Ignatieff)
Antonio Domínguez

domingo, 21 de septiembre de 2014

NACIÓN E IDENTIDAD

El soberanismo acaba de perder una pieza importante en la partida de ajedrez que libra con el Estado, dijo Josep Carles Rius anteayer en el Diario.es, a proposito del referendum escocés.
No estoy muy de acuerdo, me da la sensación que no ha leído "El poder de la identidad" de Manuel Castells. ¿Y por qué digo esto?
En el documento que os ha enviado Manuel Quero esta mañana se argumenta de la derrota del Estado frente a la globalización. El Estado-nación o el Estado-jurídico, como he aprendido a distinguir gracias al ilustrativo documento que nos envió Antonio Domínguez (gracias Antonio), ya no protege al ciudadano como lo hacía; ahora el ciudadano pierde su condición de ciudadano-sujeto para convertirse simplemente en individuo. Y los individuos quieren recuperar su identidad para ser de nuevo sujetos. Hay una desesperada búsqueda de la identidad (colectiva) que nos redima de la masa humana. ¿Dónde se encuentra esta identidad? Pues la respuesta es el tema del documento que os he pasado, analizando una a una las principales fuentes de identidad en el mundo actual. En el índice que se adjunta veréis que el primer capítulo se denomina: "Paraísos comunales: Identidad y sentido en la sociedad red", que es el que os recomiendo que leáis, el resto de capítulos son para que los queráis profundizar más en el tema.
Pues bien, en ese primer capítulo, después de una breve introducción acerca de la construcción de la identidad, analiza las identidades colectivas al uso que el autor pudo identificar en la primera mitad de la década de los noventa: el fundamentalismo religioso, con los ejemplos del islámico y el cristiano estadounidense, después sigue con los nacionalismo en la era de la globalización, con los ejemplos de la Unión Soviética y Cataluña, después sigue con la identidad étnica, en la que incluye raza y clase y termina el capítulo con la identidad territorial, es decir el localismo o la comunidad local. Para los que pretendáis seguir adelante con la lectura, veréis que las fuentes de identidad siguen: los movimientos sociales (con ejemplos muy interesantes de esa época, pero que supongo enseguida habréis pensado en el 15-M), sigue con el movimiento ecologista y el feminismo.
¿Qué sucede? Pues que la impotencia del Estado para ofrecer ciudadanía, ha movilizado a las masas humanas a buscar por su cuenta una identidad que les garantice lo que antes tenían, pero lo que van encontrando poco a poco nos está llevando a mundos totalmente nuevos. Lo que parece reacción (lo de antes) se convierte en revolución (lo nuevo desconocido), algo muy similar a lo que ocurrió en Roma cuando las legiones ya no garantizaban la Pax Romana, se buscaron sustitutos y aparecieron los godos y los árabes y desapareció Roma y vino un mundo nuevo: Al-Ándalus y el feudalismo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA NACIÓN (II)

LA DOCTRINA NACIONALISTA

El nacionalismo  da una respuesta a esta evidencia :“El pueblo no puede decidir antes que alguien decida quién es el pueblo” (Jennings)

Máxima nacionalista: De cada nación un estado, a cada nación un estado

Según la clasica definición de John Breuilly, la doctrina nacionalista se resume en tres principios:

1.Existe una nación con carácter peculiar y explícito
2.Los intereses y valores de la nación tienen prioridad sobre cualesquiera otros.
3.La nación debe ser tan independiente como sea posible, lo que normalmente requiere que alcance la soberanía política.
El s.XIX nos legó el mito nacionalista de que todos los humanes están divididos en grupos llamados naciones, y que cada nación está ligada a un determinado territorio propio -la tierra prometida o la tierra de los ancestros-, cuyos habitantes comparten el mismo origen y la misma “identidad” cultural nacional.
La nación del nacionalista es imaginada, a veces, como una persona que quiere, desea, sufre, exige, anima y conforta.
La nación es portadora de intereses y valores más nobles, importantes y elevados que los meros y egoístas de los individuos. Los individuos deben estar siempre dispuestos a sacrificarse por la nación; en casos extremos, deben verter por ella hasta la última gota de su sangre.
El nacionalismo ha adoptado formas muy diferentes, según las circunstancias étnicas y políticas. Puede hablarse de un nacionalismo unificacionista -como el alemán, el italiano o el panárabe-, de un nacionalismo separatista -como el irlandés, el corso o el vasco- y de un nacionalismo estatalista -como el mexicano, el argentino o el nigeriano.(J.M.)

Ignatieff: Como doctrina política, el nacionalismo es la idea de que los pueblos están divididos en naciones y que cada una de esas naciones tienen derecho a la autodeterminación, bien como unidades de autogobierno dentro de estados nación ya existentes, bien como estados nación mismos.
Como idea cultural, el nacionalismo es la creencia de que aunque los hombres y las mujeres tienen muchas identidades, es la nación la que les proporciona la forma primaria de pertenencia.
Como idea moral, el nacionalismo es una ética del sacrificio heroico, que justifica el uso de la violencia en defensa de la nación propia frente a los enemigos internos y externos.
Estas concepciones se refuerzan recíprocamente pero ninguna es evidente por sí misma. Muchas minorías étnicas no piensan en sí mismas como naciones ni reclaman estado propio. Tampoco es obvio que la identidad nacional debe ser un elemento más importante de la identidad personal que ningún otro; ni que la defensa de la nación justifique el uso de la violencia.
Cuando los nacionalistas sostienen que la pertenencia nacional es la forma más importante de pertenencia, quieren decir que no hay ninguna otra forma de pertenencia (a la familia, a la profesión o a los amigos) que sea segura si no tienes una nación que te proteja. Eso es lo que demanda sacrificio en defensa de la nación. Sin la protección de la nación todo lo que un individuo valora puede ser destruido. Uno pertenece allí donde está a salvo, y donde está a salvo es donde pertenece. Si el nacionalismo es persuasivo porque justifica la violencia, también lo es porque ofrece protección de la violencia.
Pertenecer es entender los códigos tácitos de la gente con la que vives; es saber que vas a ser entendido sin tener que explicarte. Este es el motivo por el que la protección y la defensa de la lengua de la nación es una causa nacionalista tan emotiva, ya que es la lengua, más que la historia o el territorio, lo que proporciona la forma más esencial de pertenencia. (M.I.)

La fuerza política del nacionalismo reside en su capacidad para crear un sentido de identidad como fundamento del poder estatal (M.Guibernau). En este sentido puede afirmarse que el nacionalismo constituye una especie de religión “nacional” del estado moderno
Toynbee decía que el nacionalismo constituye el 90% de lo que queda de religión en nuestro tiempo. En cualquier caso la similitud entre religiones y nacionalismos salta a la vista. Las naciones, como los dioses, no se ven ni se entienden. En las naciones, como en los dioses, se cree. Para el creyente, son evidentes; para el agnóstico, meras palabras. El nacionalismo merece el mismo respeto que todas las religiones, pero no más ni menos. Hay que evitar que sea perseguido y hay que evitar que persiga. Y sobre todo hay que propugnar una manera más precisa, objetiva y racional de describir la realidad social..(J.M.)

Mosterín cree que el nacionalismo ha incumplido sus promesas iniciales:
  1. acabar con la guerras. De hecho las ha multiplicado e inventado el terrorismo y las guerrillas. También la guerra total o guerra de todo un pueblo contra otro. Las guerras nacionalistas de los siglos XIX y XX han sido incomparablemente más mortíferas que las anteriores.
  2. acabar con la opresión. Sin embargo ha provocado opresiones, persecuciones, desplazamientos y genocidios. El nacionalismo griego masacra a los turcos que residían en su territorio en 1821; el turco exterminó a los armenios; el alemán a los judíos. Los chinos desparramados por el Asia oriental fueron víctimas de la autoafirmación nacionalista de Indonesia, Malasia y Vietnam…
  3. prometía crear un marco adecuado para el desarrollo de la actividad económica pero ha creado barreras, aduanas y proteccionismo.
  4. prometía una primavera cultural sin precedentes pero ha creado espacios culturales cerrados, estériles, endogámicos y ahogados en su propio provincialismo; como ejemplo los pequeños países de la Europa central que hasta la segunda guerra mundial formaban parte de la vanguardia intelectual y artística del mundo (con 36 premios Nobel.


Izquierda/derecha y nacionalismo: la extrema derecha siempre ha sido nacionalista (el fascismo y el nazismo son formas exacerbadas de nacionalismo) mientras que el marxismo empezó como una ideología y un movimiento internacionalista (la Internacional) pero por razones tácticas, a fin de aprovechar las revueltas y pasiones nacionalistas, se hizo más y más nacionalista (en el régimen de Pol Pot el conocimiento de lenguas extranjeras se castigaba con la muerte) (J.M.)  Salvo el anarquismo creo que todas las ideologías, partidos y/o gobiernos utilizan, en distinto grado y forma, proclamas nacionalistas, porque la llamada al patriotismo siempre encuentra eco y da réditos.
Antonio Domínguez

martes, 9 de septiembre de 2014

LA NACIÓN (I)

Mi punto de partida es el de un cosmopolita ingenuo: dialogo mediante la lectura con humanes japoneses, afganos, rusos o de cualquier otro sitio, me emociono con la música de compositores de otras épocas y/o lugares, admiro paisajes, ciudades, películas,.. sin que su ubicación sea para mí más que una curiosidad. Al mismo tiempo me inquietan los enardecimientos grupales alrededor de un equipo, un desfile o una bandera y la identificación incluso vasallaje que los individuos establecen con ese ente abstracto, pero intuyo que ahí se esconde algo humano y remoto. Digo todo esto para que se entienda que me enfrento al concepto de “nación” con ánimo de entender pero con “prejuicios” que espero disolver o consolidar. Enseguida me doy cuenta de que la tarea me rebasa: a mi desconocimiento se une la complejidad y extensión del tema, sin terminología ni conceptos comunes, y el carácter peculiar como ideología política del nacionalismo, distinta de los otros ismos que responden a la pregunta sobre cómo se gobierna o tendría que gobernarse una sociedad; el nacionalismo responde a la pregunta de quienes son los individuos que componen la sociedad, fijando una relación de identidad entre el individuo, la sociedad-nación y el estado (Miquel Caminal: Nacionalismo y federalismo en Ideologías y movimientos políticos contemporáneos). Me he dado cuenta también de que hablar de nación sin hacerlo de nacionalismo es como hablar de dios y no considerar la religión.
 
  En la Antigúedad no existía la palabra ni el concepto de nación… Hasta finales del s.XVIII y principios del XIX no aparece la palabra “nación” en su sentido actual. La noción de nación y la más o menos equivalente de pueblo tuvieron su origen en el romanticismo. Ambas nociones adquirieron protagonismo por primera vez con la Revolución francesa, un movimiento complejo, que conllevó tanto ideas ilustradas como las de libertad y derechos humanos, como la idea romántica de nación, e incluso de la Grande Nation, Francia. Napoleón fue el principal exportador de la idea de nación, que pronto se extendió por toda Europa y América. Más tarde, el colonialismo europeo la difundió por África y Asia, donde nunca había existido con anterioridad… El concepto de nación es confuso y ambiguo. Nadie es capaz de definir con un mínimo de precisión qué diantres es una nación ni de contar cuántas naciones hay o de confeccionar su lista. Muchas veces se utiliza como sinónimo de Estado. La nación fue inventada por los románticos, como J.G. Herder, a los que molestaba la complejidad étnica y cultural de la población real existente, y que soñaban con una entidad misteriosa, al mismo tiempo abstracta -una especie de población ideal inexistente, étnica y culturalmente homogénea- y viva, dotada de atributos personales, como carácter, alma, lengua y religión. Este tipo de conceptualización -la personificación de abstracciones- es típico del pensamiento animista y arcaico. Herder hablaba del “animal nacional”, de la “fisiología nacional” y del “alma del pueblo”… Desde el principio, hubo una diferencia entre la concepción francesa y la alemana de la nación, al menos a nivel retórico. En el caso francés, el Estado precede a la nación y la construye. En efecto, la nación francesa se construyó conscientemente desde el Estado francés, surgido de la Revolución y empapado de los ideales de la Ilustración. Por eso, el nacionalismo republicano frncés incluyó en su retórica inicial ideas universales, como la razón natural, frente al espíritu del pueblo de Herder, de carácter tribal y emotivo. El romántico Herder despreciaba la racionalidad, lo universal y cosmopolita, a lo que oponía la pasión irracional por lo propio, el patriotismo sentimental y el flolclore. Los nacionalistas alemanes consideraban que la nación precede al Estado, y, en efecto, la difusión de las ideas nacionalistas pan-alemanas precedió a la creación posterior de un Estado alemán unificado.. En resumen, no sabemos lo que es la nación. Decir que la nación tiene lengua, raza, religión o alma es tan absurdo como decir que tiene hígado, grupo sanguíneo o dolor de muelas, y nos hace caer en el error categorial de atribuir predicados fuera de su ámbito de aplicación… (Jesús Mosterín: La cultura de la libertad)

Nación política, cultural y jurídica: el pensamiento político ha utilizado dos vías para relacionar individuo y comunidad, la voluntad y la identidad. Para la primera el fundamento de la nación radicaría en la voluntad de los individuos que la integran. El hombre no es, decía Renan, esclavo de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni del curso de los ríos, ni de las “fronteras naturales” de las montañas. Una agregación de hombres crearía una conciencia moral que se denominaría nación(política). Personas de distintas etnias, religiones, lenguas o culturas podrían formar parte de la misma nación política. La nación cultural nació como una respuesta al cosmopolitismo abstracto y uniformador del pensamiento racionalista. Para Vico y Herder, la historia, las costumbres, la religión, la cultura y en especial la lengua, eran los rasgos diferenciales de un pueblo, aquellos que le dan identidad y permanencia. Fichte en sus “Discursos a la nación alemana” convirtió las tesis de Herder en un proyecto político nacionalista; había que crear las condiciones educativas que permitían poseer y extender la conciencia nacional. El amor a la patria era fundamento del propio estado. Fichte tuvo una gran influencia en toda Europa. Su teoría actuó de forma centrípeta en aquellos territorios donde la nación cultural sobrepasaba la división estatal como Alemania o Italia, y de forma centrífuga en aquellos territorios donde el estado reunía una pluralidad de naciones culturales, como el Imperio austro-húngaro o España. La nación jurídica es el conjunto de personas que están vinculadas por ley como ciudadanos de un estado; toda persona forma parte hoy de un estado. El derecho es lo que da y garantiza la ciudadanía, la pertenencia a un estado, y lo que hace que los ciudadanos estén sujetos a derechos y deberes. Es la realidad del mundo contemporáneo y ha conducido a un uso generalizado e indistinto de las palabras Estado y Nación. La consideración del estado como un artificio frente a la nación cultural ha sido uno de los errores o ingenuidades de los defensores de la nación como un ente orgánico, biológico o natural, pero así sucede si no se consigue hacer de la nación jurídica una realidad cultural con una voluntad política común. Todos los estados nacionales han pretendido la cohesión cultural (lengua oficial de obligado conocimiento, conciencia nacional..).(M.C.)

Michael Ignatieff en su interesante libro “Sangre y pertenencia: viajes al nuevo nacionalismo” de 1993 nos habla de nacionalismo cívico y étnico. El primero mantiene que la nación debe estar formada por todos aquellos que suscriben el credo político de la nación, independientemente de su raza, color, fe, género, lengua o etnia. Considera a la nación como una comunidad de ciudadanos iguales poseedores de derechos, unidos por un vínculo patriótico a un conjunto compartido de usos y valores políticos. Lo que mantiene unida a la sociedad no son unas raíces comunes sino la ley. Al suscribir un conjunto de procedimientos y valores democráticos, los individuos pueden combinar el derecho a vivir sus propias vidas con la necesidad de pertenecer a una comunidad. Esto, a su vez, asume que la pertenencia a una nación puede ser en cierto modo un vínculo racional. La invasión y ocupación napoleónicas de los principados alemanes en 1806 desató una ola de furia patriótica y retórica romántica alemana contra el ideal francés del estado nación. Lo que convertía en un hogar a la nación eran las características étnicas preexistentes: lengua, religión, costumbres y tradiciones. Todos los pueblos que en Europa en el XIX estaban bajo el dominio de un imperio (los polacos y bálticos bajo el yugo ruso, los serbios bajo el turco, los croatas bajo el Habsburgo) miraron al ideal alemán de nacionalismo étnico al articular su derecho a la autodeterminación. El nacionalismo étnico defiende que los vínculos más profundos de un individuo son heredados, no elegidos. Es la comunidad nacional la que define al individuo, no los individuos los que definen la comunidad nacional. Antonio Domínguez

martes, 2 de septiembre de 2014

Nota aclaratoria Copa-Filo:

He comentado la entrada en el blog del tema de la tertulia de mañana, con algún contertulio y me manifiestan la siguiente duda: “¿Pero al final de que vamos a hablar en la tertulia?”.
Ciertamente he pensado que tiene razón. La entrada quizás oriente, de una manera más o menos farragosa, a un tema, pero aclara muy poco de qué se va a hablar.
Por tanto voy a intentar dejar el camino más allanado para mañana.
En primera instancia la pretensión es que nos analizáramos a nosotros mismos, como grupo contextual de producción de discurso, cuáles son los significantes hegemónicos y si algunos de ellos todavía están de una manera continuada, en lucha por dicha hegemonía. Eso quiere decir que pueden existir conceptos o significantes que no han alcanzado dicha hegemonía, como por ejemplo aborto voluntario, dios, derecha vs. izquierda, igualdad. Pongo algunos ejemplos para ilustrar la nota, sin pretender conocer todos los significantes en lucha. Espero vuestra aportación. Aunque en esa lucha, a mi entender, se han manifestado dos singularidades. En primer lugar hay algunos que abren debate argumentativo, sin que nadie pretenda convencer a otro, como ha ocurrido con el asunto de la divinidad. Son temas que reaparecerán con distintas caretas porque la confrontación está servida y se desarrolla por cauces más o menos divertidos y amistosos. En segundo lugar están los temas espinosos, como el aborto voluntario, donde el debate se vuelve áspero, porque la confrontación se produce a niveles más viscerales, impidiendo los debates argumentativos y en alguna ocasión incluso se ha producido la descalificación personal. Estos son los temas que más raramente serán elegidos en tertulias venideras, ya que producen desasosiego más que satisfacción.
Y por otra parte, en paralelo a los significantes hegemónicos, están los “vacíos”, que serían aquellos que aunque no se discuta en profundidad sobre ellos, da la sensación que no son lo mismo entre nosotros, como igualdad, propiedad, feminismo, democracia, verdad, relativismo. Han aparecido ocasional o repetidamente en nuestros discursos y tras breves confrontaciones, si se han dado, se dejan a un lado, continuando cada uno con su propia versión, espero que en la discusión aparezcan algunos. Yo particularmente estoy interesado en el significante “relativismo” que lo he oído en más de una ocasión y no tengo claro que se quiere decir y si lo que yo entiendo es lo mismo que entienden los demás.
Mi intención era que le dedicáramos al menos un 60% del tiempo tertuliano a discutir estos aspectos. Después vendría el 40% restante (confío en el moderador) donde sería interesante ir hacia los discursos externos a nosotros. Supongo que ya tendréis más de una idea. Por poner un ejemplo, recientemente leído a un economista renombrado: “¿Es la ciencia económica ciencia? ¿Cómo podemos saber que es ciencia y que no lo es?”.
Hasta mañana.
Gerardo Grau Fibla