jueves, 27 de diciembre de 2018

EL FIN DEL TRABAJO


AUTÓNOMOS CON DERECHO A NADA

Autora: Mari Luz Rodríguez
Publicado por El País el 16 de septiembre de 2018

El tiempo que Ursula Huws ha llamado los “años gloriosos” de la segunda posguerra mundial estuvo caracterizado por un gran acuerdo de las fuerzas políticas y los actores sociales sobre un modelo de sociedad en el que quedaba garantizada la economía de libre mercado, al tiempo que se reconocía un papel protagonista de los Gobiernos para la realización de políticas redistributivas con el fin de lograr un reparto más equilibrado de la riqueza. En el mundo del trabajo este gran pacto social tuvo su perfecta traslación: el reconocimiento del poder empresarial de organización del trabajo quedó contrarrestado por la garantía del derecho a la negociación colectiva y la actuación de los sindicatos en defensa de los intereses de los trabajadores, y la figura del contrato de trabajo como la institución a través de la que se les atribuía derechos laborales y protección social.
Todo este esquema empezó a deshilacharse a partir de los años ochenta del siglo pasado, pero la globalización, la crisis económica y, en último término, la revolución tecnológica han terminado por debilitar los pilares en que se basó aquel contrato social. Mirado desde el mundo del trabajo, el avance de la economía digital puede producir fenómenos que acentúen esa debilidad. En todas las estadísticas se vaticinan pérdidas significativas de puestos de trabajo y también una profunda transformación en los que vayan a crearse. Esto significa que habrá un número importante de trabajadores que perderán sus empleos, y otros que deberán reciclarse para poder acceder a los de nueva creación. Por otro lado, las plataformas digitales tienen como insignia de su modelo de negocio la utilización del trabajo autónomo y no del contrato de trabajo, lo que pone en cuestión la figura que veníamos utilizando para atribuir derechos y protección social a buena parte de la población.
Frente a ello podemos hacer una defensa numantina del pasado, pero creo más inteligente repensar los cimientos de un nuevo contrato social. Para empezar, las políticas de educación y formación para la era digital deben adquirir un papel central en las agendas políticas y de inversión pública, de forma que, como ya sucedió antes, la educación haga que los humanos venzamos la carrera a la tecnología. Habrá algunos que no puedan lograrlo. Para ellos debemos pensar en una fuente de rentas que sustituyan a las del trabajo: el debate sobre la renta mínima o la propia renta universal es esencial en este tiempo.
Debemos empezar a hablar de derechos laborales básicos para todas las personas que trabajan, sean trabajadores o autónomos, y también de que es necesario repensar nuestro modelo de protección social, porque con menos empleo y empleo más atípico probablemente no alcanzará para mantener económicamente un modelo de protección que sea sostenible también desde la perspectiva social. Seguramente tengamos que buscar financiación que provenga de la vía impositiva, sin descartar el gravamen sobre las actividades digitales, y dar protección por el hecho de ser ciudadano. La igualdad de género debe formar parte ineludible de este nuevo contrato. No lo fue en el pasado, pero hoy no se entendería que las mujeres no tuvieran acceso a los bienes sociales en igualdad de condiciones con los varones.
Se trata de acordar un mejor reparto de los beneficios y las cargas de la revolución tecnológica y la riqueza que ella produzca. Podemos no hacerlo, pero entonces viviremos en sociedades profundamente desiguales y donde la ira de los postergados pueda terminar expresándose mediante opciones políticas deleznables.

Luz Rodríguez es profesora de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).

jueves, 15 de noviembre de 2018

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?



Los científicos comienzan a descifrar un misterio que llevaba años exasperando a los filósofos.

LA CONCIENCIA ES TODO LO QUE EXPERIMENTAMOS. Es una melodía pegadiza en la cabeza, el dulzor de la mousse de chocolate, el malestar que causa un dolor de muelas, el amor incondicional por un hijo y la amargura de saber que todas las pasiones se acaban.

El origen y la naturaleza de esas experiencias, a veces de nominadas qualia, ha sido un misterio desde los albores de la antigüedad hasta nuestros días. Multitud de filósofos modernos que analizan la mente, entre los que cabría destacar quizás a Daniel Dennett, de la Universidad Tufts, consideran que la existencia de la consciencia es una ofensa tan intolerable contra lo que creen que debería ser un universo material e irrelevante y el vacío, que la califican como mera ilusión. Es decir, o niegan que existan los qualia, o bien defienden que la ciencia nunca sacará de ellos nada de provecho.

Si semejante afirmación fuese cierta, este artículo sería brevísimo. Todo lo que necesitaría explicarles es por qué usted, yo, y casi todo el mundo estamos absolutamente convencidos de que tenemos sensaciones. Si tuviéramos un flemón, el tormento no se reduciría ni un ápice con razonamientos enrevesados que pretendieran persuadirnos de que el dolor es un delirio. Como esta solución desesperada del  problema psicosomático no me encandila lo más mínimo, seguiré adelante.
La mayoría de los académicos aceptan que la consciencia es algo consolidado y buscan entender su relación con el mundo objetivo descrito por la ciencia. Hace más de un cuarto de siglo, junto con Francis Crick, decidimos apartarnos de los debates filosóficos sobre la consciencia (que llevaban ocupando a los eruditos desde, como mínimo, los tiempos de Aristóteles) y decidimos buscar su huella física. ¿Qué pasaría si la consciencia emanara de una región del cerebro muy excitable? Si llegáramos a saberlo, nos acercaríamos a la solución del problema fundamental.

En concreto, buscamos las correlaciones neuronales de la consciencia (CNC), definidas como los mecanismos neuronales mínimos que, juntos, bastan para cualquier experiencia consciente concreta. ¿Qué debe suceder en el cerebro para que experimentemos un dolor de muelas, por ejemplo? ¿Vibrarán algunas células nerviosas a una frecuencia mágica? ¿Tienen que activarse algunas <<neuronas de la consciencia>> especiales? ¿En qué regiones del cerebro están ubicadas?

Texto de Christof Koch extraído de la revista: InvestigacionyCiencia.es, agosto 2018

A lo largo de nuestra tertulia iremos sacando conclusiones y exponiendo nuestras ideas

jueves, 1 de noviembre de 2018

MONTAIGNE y la Filosofía del Renacimiento


Montaigne es el creador de un género literario y filosófico, el “Ensayo”, obra en prosa donde se presentan libremente las reflexiones del autor, sin  intentar un sistema unitario, estructurado y completo. Reflexiones y argumentaciones en las que se da la implicación personal del autor (“Yo mismo soy la materia de mi libro”), retratando con sinceridad desde su propia experiencia la complejidad paradójica del espíritu humano… para concluir que no hay verdades intocables, sino opiniones, todas relativas. Es su famoso y sensato escepticismo.

Empecemos con sus primeras líneas:

“AL LECTOR. Es este un libro de buena fe, lector. De entrada te advierto que con él no me he propuesto otro fin que el doméstico y privado. En él no he tenido en cuenta ni el servicio a ti, ni mi gloria. No son capaces mis fuerzas de tales designios. Lo he dedicado al particular solaz de parientes y amigos: a fin de que, una vez me hayan perdido (lo que muy pronto les sucederá)[12 años más tarde], puedan hallar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y así alimenten, más completo y vivo, el conocimiento que han tenido de mi persona. Si lo hubiera escrito para conseguir el favor del mundo, habríame engalanado mejor y mostraríame en actitud estudiada. Quiero que en él me van con mis maneras sencillas, naturales y ordinarias, sin disimulo ni artificio: pues píntome a mí mismo. Aquí podrán leerse mis defectos crudamente y mi forma de ser innata, en la medida en que el respeto público me lo ha permitido. Que si yo hubiera estado en esas naciones de las que se dice viven todavía en la dulce libertad de las primeras leyes de la naturaleza, te aseguro que gustosamente me habría pintado por entero, y desnudo. Así, lector, yo mismo soy la materia de mi libro: no hay razón para que ocupes tu ocio en tema tan frívolo y vano. Adiós pues.
De Montaigne, a uno de marzo de mil quinientos ochenta.”

TEXTOS del propio D. Miguel:

Yo tengo mi propio y exclusivo diccionario: “paso el tiempo” cuando es malo y desagradable; cuando es bueno, no lo quiero pasar, lo degusto, me fijo en él. Hay que pasar corriendo lo malo, y detenerse en lo bueno”

“Nosotros nunca estamos cerca de nosotros, sino siempre más allá de nosotros mismos. El temor, el deseo, la esperanza nos lanzan hacia el futuro y nos quitan el sentimiento y la consideración de lo que es, para interesarnos en lo que será, o sea, cuando nosotros ya no seremos

“¿Qué se puede imaginar más ridículo que esta criatura miserable y mezquina, que ni siquiera es dueña de sí misma, expuesta a los ataques de todas las cosas, y que dice ser dueña y señora del universo, pero que, sin embargo, no tiene siquiera la facultad de conocer la mínima parte del mismo, y mucho menos de dominarla?

Un antiguo al que se reprochaba haber hecho profesión de filosofía, aun no prestando a ella mucha atención, contestó que esto era filosofar”

“La ciencia empieza por los sentidos y se resuelve en los sentidos. No seríamos más que una piedra, si no supiéramos que existe el sonido, el olor, la luz, el sabor, la medida, el peso, la blandura, la aspereza, el color, la brillantez, la anchura, la profundidad. He aquí las raíces y los principios de todo el edificio de nuestra ciencia El privilegio de los sentidos es el de ser el límite extremo de nuestra experiencia; nada hay más allá de ellos que pueda servirnos para descubrirlos y un sentido no puede descubrir otro sentido”

No tenemos comunicaciones con el ser porque la naturaleza humana está siempre entre el nacimiento y la muerte, y no obtiene de sí misma más que una apariencia obscura y sombreada, una incierta y débil opinión. Y si acaso nuestro pensamiento se obstina en asir su ser, será como querer apretar el agua en el puño: cuanto más se cerrará y apretará lo que por naturaleza se escurre de todas partes, tanto más perderá lo que quería sujetar y retener”

“Celebro y acaricio la verdad, sea cual fuere la mano en la cual la encuentro, y me entrego a ella con alegría, y le tiendo mis armas vencidas en cuanto la veo acercarse. Y con tal de que no se proceda con un semblante demasiado imperiosamente magistral, me complace que me reprendan. Y me acomodo a los acusadores, a menudo más por cortesía que por enmienda; me gusta gratificar y alentar la libertad de advertirme cediendo fácilmente. (…) Sin embargo, es difícil incitar a los hombres de este tiempo a hacerlo. No tienen el valor de corregir porque no tienen el valor de soportar ser corregidos.”

“Habría que preguntar quién sabe mejor y no quién sabe más. Nos esforzamos solo en llenar la memoria, y dejamos el entendimiento y la conciencia vacíos. Los pájaros salen a veces a buscar el grano y se lo llevan en el pico sin probarlo, para dar de comer a sus crías. De la misma manera nuestros pedantes se dedican a rapiñar la ciencia en los libros, y no la albergan sino en la punta de los labios, solo para verterla y lanzarla al viento”

“No pinto el ser, pinto el tránsito: no el tránsito de una edad a otra (…). Hay que acomodar mi historia al momento. Acaso cambiaré dentro de poco no solo de fortuna sino también de intención. Esto es un registro de acontecimientos diversos y mudables, y de imaginaciones indecisas y, en algún caso, contrarias, bien porque yo mismo soy distinto, bien porque abordo los objetos por otras circunstancias y consideraciones”

“La lectura acompaña toda mi vida, y me asiste por todas partes. Me consuela en la vejez y en la soledad. Me descarga del peso de una molesta ociosidad; y me libra, a cualquier hora, de las compañías que me fastidian. Sofoca las punzadas del dolor, cuando no es del todo extremo y dominante. Para distraerme de una imaginación importuna, no tengo más que recurrir a los libros; me desvían fácilmente en su dirección, y me la arrebatan. Y, además, no se rebelan por ver que no los busco sino a falta de los demás bienes, más reales, vivos y naturales. Me reciben siempre con el mismo semblante”

“Dios es generoso con aquellos a quienes sustrae la vida poco a poco. Este es el único beneficio de la vejez. La última muerte será tanto menos completa y nociva: no matará sino a una mitad o a un cuarto de hombre (…) Y una parte de mi ser, y muchas más, estarán ya muertas; otras medio muertas, entre las más activas y las que ocupaban el primer rango en mi época más vigorosa. Me disuelvo y escapo a mí mismo de este modo.(…)¿Qué estupidez no será, a mi juicio, sentir el salto de esta caída, ya tan avanzada, como si fuese completa?

“(…) Viajar me parece un ejercicio provechoso. El alma se ejercita continuamente observando cosas desconocidas y nuevas. Y no conozco mejor escuela para formar la vida que presentarle sin cesar la variedad de tantas vidas, fantasías y costumbres diferentes, y darle a probar la tan perpetua variedad de nuestra naturaleza” Solo me satisface la variedad, la posesión de la diversidad, si es que me satisface alguna cosa. En los viajes, me alienta hasta el hecho de poder parar sin perjuicio, y de tener donde distraerme cómodamente de ellos”

Bibliografía:
OBRA ORIGINAL: *”ENSAYOS COMPLETOS”, Michel de Montaigne, año 1580.-Ed. Cátedra, Madrid 2016 (8ª edición), 1056 páginas con un Apéndice con los Sonetos de Ètienne de la Boètie, su amigo, muerto a los 33 años, que era 3 años mayor que Michel. (32 € en la Casa del Libro). Imprescindible.

MONTAIGNE”, María Badiola, Ed. RBA, Colec. Aprender a Pensar.

UN VERANO CON MONTAIGNE”, Antoine Compagnon, Ed. Paidós, Barcelona 2014. à Recomendado por Badiola. Muy interesante y gustoso de leer: 40 capítulos breves –dos páginas y media cada uno-  que recogen las intervenciones de Compagnon en el verano de 2012 en un programa de radio donde mostró la importancia histórica de Montaigne y su tremenda  ACTUALIDAD. Éxito!: más de 100.000 ejemplares vendidos. 

ABAGGNANO, “Historia de la Filosofía”, Ed. Montaner y Simón, volumen 2,  pags. 30-34

Lledó y equipo, Ed. Santillana, Bachillerato:  “Historia de la Filosofía”, pags. 174, 179-180

Ferrater Mora, Alianza Editorial Diccionario de Filosofía, tomo 3, p. 2266





domingo, 16 de septiembre de 2018

EL PODER JUDICIAL EN LA DEMOCRACIA


John Locke establece en el capítulo XII de su "Tratado sobre el Gobierno Civil" las competencias del poder legislativo, ejecutivo y judicial. Y Montesquieu, en su libro "Del Espíritu de la Leyes", capítulo VI, también nos describe los conceptos de Locke de la siguiente manera:

En cada Estado hay tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo de las cosas relativas al derecho de gentes, y el poder ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil.

Por el poder legislativo, el príncipe o jefe del Estado hace leyes transitorias o definitivas, o deroga las existentes. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía y recibe embajadas, establece la seguridad pública y previene las invasiones. Por el tercero, castiga los delitos y juzga las diferencias entre particulares. Se llama a este último poder judicial, y al otro poder ejecutivo del Estado.

La libertad política de un ciudadano depende de la tranquilidad de espíritu que nace de la opinión que tiene cada uno de su seguridad.  Y para que exista la libertad es necesario que el Gobierno sea tal que ningún ciudadano pueda temer nada de otro.

Cuando el poder legislativo está unido al poder ejecutivo en la misma persona o en el mismo cuerpo, no hay libertad porque se puede temer que el monarca o el Senado promulguen leyes tiránicas para hacerlas cumplir tiránicamente.

Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador. Si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor

 Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares.

Y de Carlo Guarnieri y Patrizia Pederzoli en su libro: LOS JUECES Y LA POLÍTICA, PODER JUDICIAL Y DEMOCRACIA, Editorial TAURUS, año 1.999, extraemos el  siguiente texto - pág. 158:

... En el régimen franquista, la estructura institucional de la justicia era una buena copia de la típica de los regímenes autoritarios: la magistratura, aunque dotada de modestas garantías de independencia, carecía de toda influencia política, dado que todos los casos de importancia se confiaban a tribunales especiales. El nuevo régimen democrático, con la Constitución de 1978, introdujo cambios importantes en la organización judicial: la abolición de los tribunales especiales, el reforzamiento de los ordinarios y un órgano de autogestión de la magistratura siguiendo el modelo italiano - el Consejo General del Poder Judicial- encargado de garantizar su independencia. Como hemos visto, entre el Consejo y el ejecutivo se han producido, en especial tras la llegada al gobierno de los socialistas, fuertes tensiones que en 1985 llevaron a una nueva estructura que ha redimensionado los poderes del Consejo, cuyos miembros togados también son ahora designados por el parlamento y no por la magistratura. Además, el gobierno socialista,  gracias a una ley que ha reducido la edad de jubilación, ha podido ejercer una gran influencia sobre la magistratura, nombrando en puestos importantes a jueces más cercanos a su orientación política (Andrés Ibáñez, 1988; Montero Aroca, 1990; Díez Picazo, 1991).

El caso español muestra que, si es verdad que la experiencia autoritaria impulsa a la nueva clase política democrática a reforzar el papel de la magistratura - en un marco constitucional que trata de reforzar todo tipo de garantías - también es verdad que una evolución en sentido mayoritario del sistema político como ha conocido España en los años ochenta - con un gobierno que dispone de una amplia mayoría parlamentaria - tiende a reducir el espacio asignado a la magistratura. Así pues será interesante seguir en el futuro la evolución del sistema político español. Las tensiones entre gobierno y magistratura no se acabaron con la reforma de 1985. Se ha notado una tendencia en la clase política a recurrir a la justicia, por ejemplo para eludir la responsabilidad política (Aguilar de Prat, 1994). Así pues, los recientes casos judiciales - como el de los GAL, que ha implicado a varios miembros del gobierno y al mismo Presidente - se insertan en una situación que,  como confirman los resultados de las reciente elecciones, asiste ahora al descenso del partido socialista y el comienzo de una fase de incertidumbre política y, quizás,  de mayor incidencia de la actividad judicial.

Y nosotros ¿Cómo percibimos la separación de poderes, y en particular la del poder judicial, en nuestro estado de derecho?
En nuestra próxima tertulia intentaremos esclarecerlo

Manolo Quero



lunes, 2 de julio de 2018

Derecho de los animales

            New York. (García Lorca)

            Debajo de las multiplicaciones                     
            hay una gota de sangre de pato;                   
            debajo de las divisiones                    
            hay una gota de sangre de marinero;            
            debajo de las sumas, un río de sangre tierna.                       
            Un río que viene cantando                
            por los dormitorios de los arrabales,             
            y es plata, cemento o brisa                
            en el alba mentida de New York.                 
            Existen las montañas. Lo sé.             
            Y los anteojos para la sabiduría.                   
            Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.               
            Yo he venido para ver la turbia sangre.                    
            La sangre que lleva las máquinas a las cataratas                  
            y el espíritu a la lengua de la cobra.              
            Todos los días se matan en New York                     
            cuatro millones de patos,                  
            cinco millones de cerdos,                  
            dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,               
            un millón de vacas,               
            un millón de corderos                       
            y dos millones de gallos,                   
            que dejan los cielos hechos añicos.               
            Más vale sollozar afilando la navaja             
            o asesinar a los perros            
            en las alucinantes cacerías,                
            que resistir en la madrugada             
            los interminables trenes de leche,                 
            los interminables trenes de sangre                
            y los trenes de rosas maniatadas                   
            por los comerciantes de perfumes.               
            Los patos y las palomas,                   
            y los cerdos y los corderos                
            ponen sus gotas de sangre                
            debajo de las multiplicaciones,                     
            y los terribles alaridos de las vacas estrujadas                     
            llenan de dolor el valle                      
            donde el Hudson se emborracha con aceite.            
            Yo denuncio a toda la gente             
            que ignora la otra mitad,                   
            la mitad irredimible               
            que levanta sus montes de cemento             
            donde laten los corazones                 
            de los animalitos que se olvidan                   
            y donde caeremos todos                   
            en la última fiesta de los taladros.                
            Os escupo en la cara.             
            La otra mitad me escucha                 
            devorando, orinando, volando, en su pureza                       
            como los niños de las porterías                     
            que llevan frágiles palitos                 
            a los huecos donde se oxidan                       
            las antenas de los insectos.               
            No es el infierno, es la calle.             
            No es la muerte, es la tienda de frutas.                    
            Hay un mundo de ríos quebrados                
            y distancias inasibles             
            en la patita de ese gato                     
            quebrada por el automóvil,               
            y yo oigo el canto de la lombriz                   
            en el corazón de muchas niñas.                    
            Óxido, fermento, tierra estremecida.            
            Tierra tú mismo que nadas                
            por los números de la oficina.                       
            ¿Qué voy a hacer? ¿Ordenar los paisajes?               
            ¿Ordenar los amores que luego son fotografías,                  
            que luego son pedazos de madera                
            y bocanadas de sangre?                    
            San Ignacio de Loyola                      
            asesinó un pequeño conejo               
            y todavía sus labios gimen                
            por las torres de las iglesias.              
            No, no, no, no; yo denuncio.            
            Yo denuncio la conjura                     
            de estas desiertas oficinas                 
            que no radian las agonías,                 
            que borran los programas de la selva,                       
            y me ofrezco a ser comido                
            por las vacas estrujadas                     
            cuando sus gritos llenan el valle                   
            donde el Hudson se emborracha con aceite.

                                               Federico Gª. Lorca

domingo, 13 de mayo de 2018

La hora de la Filosofía


Víctor Gómez Pin

 “En su guerra por la dignificación humana, la filosofía ha de hacer una pausa consagrada a meditar sobre sí misma, es decir, volver a plantearse en nuestro tiempo qué es eso de filosofía. Repensar hoy la filosofía no incita a otra cosa que a seguir filosofando, seguir confrontándose a aquellos problemas que constituyen universales antropológicos. Conviene precisar que la universalidad de la filosofía ha sido a veces puesta en tela de juicio precisamente en boca de los que a ella se dedican. La divergencia está viciada por un equívoco respecto a lo que hay que entender por el término mismo filosofía. Es difícil imaginar que en lugar alguno el hombre deje de preguntarse por el hombre, es decir, que no haya ninguna forma de antropología filosófica. Y así para todas y cada una de las interrogaciones que han alimentado la historia de la filosofía. Los que enfatizan el lazo entre la filosofía y la ascendencia cultural grecolatina se verían sorprendidos al constatar el gran número de sesiones en que los problemas que atravesaron a Platón, Leibniz o Kant eran retomados con todo rigor por colegas asiáticos, en absoluto desarraigados de su cultura (…)
Afirmar o negar la universalidad de la filosofía es casi una cuestión de optimismo o pesimismo antropológico. La reivindicación de la filosofía seguiría vigente aun en el caso en que la globalización del libre mercado llegara a ser compatible con la reducción de las abismales diferencias económicas entre países y entre ciudadanos de cada país (perspectiva utópica donde las haya). Esta mayor equidad supondría efectiva generalización de los derechos humanos si se acompañara de una educación general tendiente a desarrollar en cada individuo las facultades que le caracterizan como ser humano. Y aquí entra en juego la filosofía: educar a la humanidad a través de la filosofía equivaldría a posibilitar que se actualizara en cada uno de nosotros el conjunto de potencialidades que nos marcan como seres de razón; equivaldría simplemente a ayudarnos a realizar nuestra humanidad (la educación ha de fertilizar un órgano, no puede sustituirse a él, señalaba ya Platón). Aristóteles pretendía que la disposición filosófica era propia de los hombres libres. Mas en tal caso, la neutralización de tal disposición en la inmensa mayoría de las personas constituye un índice de la ausencia de libertad efectiva. Según Peter Kemp “los poderes tecnológicos, militares y económicos no poseen el monopolio del poder en el mundo”. A su juicio, la filosofía, dada su capacidad de “exponer falsedades e ilusiones” generadas por dichas fuerzas y proponer “un mundo mejor como morada de la humanidad”, podría erigirse en contrapoder, cuya misión sería, ni más ni menos, que “luchar para crear una ciudadanía mundial y establecer un nuevo orden mundial”.
La verdad es que, compartiendo con Kemp la concepción militante y casi redentora de la filosofía, soy menos optimista que él respecto a que la generalización del espíritu crítico y de la exigencia de lucidez que la filosofía supone pueda realizarse en base a competir con los poderes reconocidos como gestores del mundo. Por decirlo en términos muy clásicos (y poco de moda), quizás la acción transformadora de la sociedad sea condición de la realización de la filosofía y no al revés. Quizás sea útil recordar aquella tan desconsoladora como lúcida Miseria de la Filosofía, con la que Marx daba respuesta a la edificante y compasiva pero inoperante Filosofía de la Miseria de Proudhom. (Esta comparación con los tiempos presentes merecería un comentario, digo yo)

(Víctor Gómez Pin, catedrático de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona: “De Pekín a Seúl, la hora de la filosofía”, El País 25/08/2008, a propósito del Congreso Mundial de Filosofía de Seúl)

domingo, 15 de abril de 2018

El Capitalismo como Religión



Hay que ver en el capitalismo una religión, es decir, el capitalismo sirve esencialmente a la satisfacción de las mismas preocupaciones, suplicios e inquietudes a las que daban respuesta antiguamente las llamadas religiones. Probar esta estructura religiosa del capitalismo, es decir, probar que no es sólo una formación condicionada por la religión como lo piensa Weber, sino un fenómeno esencialmente religioso, nos conduciría hoy al extravío de una polémica universal exagerada. No podemos estrechar la red en la cual nos sostenemos; sin embargo, este punto será apreciado posteriormente.
No obstante, podemos desde ahora reconocer en el tiempo presente tres rasgos de esta estructura religiosa del capitalismo. En primer lugar, el capitalismo es una religión puramente cultual, quizás la más extrema que jamás haya existido. En él, todo tiene significación inmediata respecto del culto, no conoce ninguna dogmática específica, ninguna teología. El utilitarismo gana bajo este punto de vista toda su coloración religiosa. El segundo rasgo del capitalismo está estrechamente ligado a esta concreción del culto: la duración permanente del culto. El capitalismo es la celebración de un culto sans rêve et sans merci.1 No existe en él ningún “día ordinario”, ningún día que no sea día de fiesta en el terrible sentido del despliegue de la pompa sacra, de la tensión extrema del adorador. En tercer lugar, este culto es culpabilizante. El capitalismo es probablemente el primer caso de un culto que no es expiatorio sino culpabilizante. En esto, este sistema religioso se precipita en un movimiento colosal. Una conciencia monstruosamente culpable que no sabe expiarse se apodera del culto no para expiar en él esta culpa sino para hacerla universal, para hacerla entrar por la fuerza en la conciencia y, finalmente y sobre todo, para implicar a Dios en esta culpabilidad a fin de que él mismo tenga, finalmente, interés en la expiación. Esta última no hay que esperarla en el culto mismo, ni en la reforma de esta religión -ya que sería preciso que esta reforma pueda apoyarse sobre un elemento certero de esta religión-, ni en su rechazo. En la esencia misma de este movimiento religioso que es el capitalismo yace la perseverancia hasta el final, hasta la completa culpabilización final de Dios, hasta un estado del mundo afectado por un desesperanza que todavía se espera. Lo que el capitalismo tiene de históricamente inaudito es que la religión no es ya la reforma del ser sino su destrucción. Habría que esperar la salvación de la desesperanza que se extiende al estado religioso del mundo. La trascendencia divina se ha derrumbado. Pero Dios no ha muerto; está incorporado en el destino del hombre. La transición del planeta hombre, siguiendo su órbita absolutamente solitaria en la casa de la desesperación, es el ethos que determina Nietzsche. Este hombre es el superhombre, el primero que comienza a cumplir, reconociéndola, la religión capitalista. Su cuarto rasgo es que su Dios debe permanecer oculto; sólo en el cenit de su culpabilización puede ser apelado. El culto se celebra ante una divinidad inmadura; toda representación, todo pensamiento consagrado a ella lesiona el secreto de su madurez.
La teoría freudiana pertenece también a la dominación sacerdotal de este culto; está pensada de forma completamente capitalista. Según una analogía muy profunda que está aún por aclarar, lo reprimido, la representación culpable, es el capital que produce los intereses del infierno del inconsciente.
El tipo del pensamiento religioso capitalista se encuentra extraordinariamente expresado en la filosofía de Nietzsche. La idea del superhombre desplaza el “salto” apocalíptico, no sobre la conversión, la expiación, la purificación y la contrición, sino sobre una intensificación [Steigerung] aparentemente continua, pero en el último momento, a saltos, intermitente, discontinua. Por esto, la intensificación y el desarrollo, en el sentido de non facit saltum,2 son inconciliables. El superhombre es el hombre histórico que ha llegado sin conversión, que ha crecido atravesando el cielo. Nietzsche prejuzgó esta explosión del cielo provocada por el acrecentamiento de lo humano que es y permanece (incluso para Nietzsche) culpabilidad. Y de forma semejante en Marx, el capitalismo inconverso devendrá socialismo por el interés simple y el interés compuesto que son función de la culpa/deuda [Schuld] (ver la ambigüedad demoníaca de este concepto).
El capitalismo es una religión puramente cultual, sin dogma.
El capitalismo se desarrolló en Occidente como un parásito en el cristianismo –como debe mostrarse no sólo respecto del calvinismo sino también de otras corrientes ortodoxas del cristianismo– de tal manera que, al final, la historia del cristianismo es esencialmente la historia de su parásito, el capitalismo.
Comparación entre las imágenes de los santos de diferentes religiones y los billetes de banco de diferentes Estados. El espíritu que habla en la ornamentación de los billetes.
Capitalismo y derecho. Carácter pagano del derecho Sorel Refléxions sur la violence, p. 262.3
Vencer el capitalismo a través del mercado móvil Unger Politik und Metaphysik, p. 44.4
Fuchs, Struktur der kapitalistischen Gesellschaft o titulo vecino.5
Max Weber, Ges. Aufsätze zur Religionssoziologie, 2 Bd. 1919/20.6
Ernst Troeltsch, Die Soziallehren der chr. Kirchen und Gruppen (Ges. W. I 1912).7
Ver sobre todo la bibliografía de Schönberg, II.
Landauer, Aufruf zum Sozialismus, p. 144.
Las preocupaciones: una enfermedad del espíritu propia de la época capitalista. Sin salida espiritual (no material) en la pobreza, monacato de la vagancia y la mendicidad. Un estado de sin salida semejante es culpabilizante. Las “preocupaciones” son el índice de esta conciencia culpable de la sin salida. Las “preocupaciones” nacen por el miedo de que no haya salida, no material e individual, sino comunitaria.
El cristianismo en la época de la reforma no favoreció la llegada del capitalismo: se transformó en capitalismo.
Habría que investigar metódicamente los lazos que desde siempre el dinero ha establecido con el mito a lo largo de la historia hasta que haya extraído para sí del cristianismo suficientes elementos míticos para establecer su propio mito.
El precio de la sangre /Thesaurus de las buenas obras / El salario que se le debe al sacerdote / Pluto como dios de la riqueza.
Adam Müller, Reden über die Beredsamkeit 1816 p. 56 ss.8
Relación entre el dogma de la naturaleza resolutoria del saber, propiedad para nosotros que lo hace a la vez redentor y verdugo, y el capitalismo: el balance como saber redentor y liquidador.
Se reconoce fácilmente una religión en el capitalismo si se recuerda que el paganismo originario concebía, en principio, la religión no como un interés “superior”, “moral”, sino como el interés más inmediatamente práctico; en otras palabras, el paganismo no tenía más conciencia que el capitalismo de su naturaleza “ideal”, “trascendente”, y la comunidad pagana consideraba a los miembros irreligiosos o heterodoxos como incapaces9, exactamente como la burguesía de hoy considera a sus miembros improductivos.

Texto de Walter Benjamin facilitado por nuestro compañero Gerardo Grau

sábado, 17 de marzo de 2018

Poliamor


El amor es como don Quijote: cuando recupera la razón está a punto de morir
(Jacinto Benavente)

Pero ¿qué es el poliamor? Lo primero que hay que aclarar es que es mucho más que tener relaciones, chingar o ligar con varias personas. Es y está más allá de la poligamia, ya sea poliginia o poliandria, que son, respectivamente, casarse o tener relaciones sexuales estables de un hombre con varias mujeres o de una mujer con varios hombres. 
Si tiramos de la Wikipedia vemos que:
“Poliamor es un neologismo que significa tener más de una relación íntima, amorosa, sexual y duradera de manera simultánea con varias personas, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los amores involucrados”.
Es decir que la primera diferencia con las poligamias tradicionales (de nuestras sociedades occidentales) es que las diversas relaciones son conocidas y consentidas por todas las personas participantes. Lo cual no significa ni tríos ni relaciones triangulares. El que sean conocidas las relaciones tampoco significa una convivencia múltiple, aunque no la excluye. Y también pueden ser conocidas o consentidas en diversos grados, puede ocurrir como asumir una realidad dada. Conocer o consentir no significa conocerlo todo.


Hay por tanto muchas interpretaciones o escuelas/corrientes diferentes. La Wikipedia aporta mucha información al respecto (consulta de 2015):
“La palabra se usa a veces en un sentido más amplio para referirse a relaciones sexuales o románticas que no son sexualmente exclusivas, aunque existen desacuerdos acerca de qué tan ampliamente se aplica el término; la característica definitiva más ampliamente aceptada es su énfasis en la ética, honestidad y transparencia con todos los involucrados. Siendo el término poliamor usado de forma general para describir varias formas de relaciones múltiples ya que las prácticas poliamorosas son diversas, reflejando las elecciones y filosofías de los individuos involucrados. El término "poliamoroso/a" se puede referir a la naturaleza de una relación en algún punto en el tiempo o a una filosofía u orientación relacional que marca una identidad”.
De manera resumida también se puede definir: “El poliamor consiste en amar a varias personas a la vez de manera consensuada, consciente y ética” (poliamormadrid.org). 
  
En el más que recomendable libro de Yves-Alexandre Thalmann (2008): Las virtudes del poliamor. La magia de los amores múltiples, se toma como punto de partida lo evidente: todas las personas somos poliamorosas por definición y en origen. Otra cosa es cómo pensemos que es mejor organizar el amor para la sociedad, para la economía, para el sistema... Si la organización básica de la sociedad debe ser la familia monoparental o no. No entro a discutir eso ahora. Lo que muchos pensadores nos indican, ya desde los griegos clásicos y desde la psicología (desde Freud al menos), es que unas relaciones no reprimidas animan siempre a tener relaciones íntimas múltiples. Es decir, desde la adolescencia a la vejez, la persona quiere tener relaciones íntimas con otras, no solo con una. Pueden ser más o menos intensas y pueden ser deseos más profundos o no. Puede ser solo en algunos momentos o de forma habitual. Pero siempre ocurre.
Si nos despojamos de las creencias religiosas monogámicas y dejamos a un lado los pensamientos no basados en análisis científicos, vemos que lo habitual en una vida es querer tener relaciones con diferentes personas. Esto no significa que, cuando estamos enamorados de una persona, pensemos que es maravilloso y que con una sola persona podremos realizarnos totalmente, que nos basta (e incluso muchas veces nos sobra) el tener relaciones con una  sola única persona y tener con ella la “relación total”... Y de ahí pasamos con facilidad al “y para siempre” que tanto daño ha hecho al amor y a las relaciones pacíficas y consentidas. 
El amor romántico monogámico eterno es una idealización. Idealización ilusa que, cuando se vive, parece maravillosa, como cualquier espejismo. Pero ¿puede algún espejismo durar toda la vida? Pues sí, reconozcámoslo, para algunas personas sí. Ya que hay personas que viven en las nubes, como no va a haberlas que viven en el amor eterno, en el amor continuo. Aunque el amor eterno solo dure un instante. Pero si, como don Quijote, recobras en algún momento la razón, la caída será más dura cuanto más alto hayas subido en las fantasías e irrealidades. 


Para mí el poliamor incluye un conjunto muy amplio de relaciones que van más allá y más acá de lo habitual y convencional. Las relaciones de amistad, que tenemos con nuestros mejores amigos, con los que tenemos una relación de amistad profunda, le llamamos a veces “amigos íntimos”, para expresar, malamente, cuando con otra persona nos acostamos. Y a lo mejor resulta que nos acostamos con otra persona y no somos ni siquiera amigos. Deberíamos de reservar esa palabra tan importante de “amigo íntimo” para las personas con las que somos capaces de superar la amistad verbal y de acompañamiento habitual para profundizar y pasar a todo un mundo de relaciones emocionales, que incluirán en algún momento caricias, besos, contactos,... pero en que todo esto será un complemento a lo anterior, a la amistad estrecha, a la persona que “le podemos contar cualquier cosa”, porque sabemos que nos va a entender o, si no, va a intentar entenderlo todo, va a intentar comprender y compenetrarse con nosotros.
Los besos, los mimos, las caricias... ¿también son monógamas? ¿Por qué autolimitarnos,  mutilar y minusvalorar nuestros sentimientos? Tenemos, podemos ser (más) libres. Porqué trocear las relaciones de amistad, separando artificiosamente unos tipos de otros. Porqué reservar en exclusiva para nuestra pareja oficial lo que es toda o la mayor parte de nuestra vida sentimental.

Del blog de D. Tomás Alberich  http://pensamientostalberich2.blogspot.com.es/
Manolo Quero