jueves, 15 de febrero de 2018

Envejecimiento digno

Y  A TODO ESTO…¿SE DEBE ALGO?

*Introducción.- Hay quien dice que la vida que cada uno desarrolla es pagar a otros la deuda que se contrajo al ser traído a este mundo gratuitamente, es decir, sin haber previamente depositado un fondo… (¿visión mercantilista de lo menos mercantil del mundo?)

*Cap. 1.- Recibimos, porque sí, una genética bastante azarosa a modo de herencia potenciadora y, a la vez, condicionante. Una herencia genética en cuyos antecesores puede encontrarse de todo, lo bueno, lo malo, lo indiferente (¿?) siempre que haya resistido al paso del tiempo y con permiso del P. Mendel. Entonces ¿somos fruto de un AZAR incomprensible o quizá de una “providencia” más misteriosa? De hecho hemos recibido la Vida, aquí estamos.

*Cap. 2.- Nos colocan, porque sí, en un determinado ámbito de convivencia –normalmente una familia, concreción de la casi infinita diversidad de las familias- , un entorno de atenciones y de abandonos, de consumo y de estrecheces, de bienestar y de malestar, todo ello con unos niveles mínimos (porque si no es suficiente, se produce un deslizamiento más o menos rápido hacia la muerte, y se acabó la recepción).

*Cap.3.- Desde muy pronto, todo a nuestro alrededor nos educa, nos ahorma, nos doma, nos orienta en un sentido más o menos acertado; nos hace hablantes de una o varias lenguas, dialectos, modismos, acentos que nos delatan,  ciudadanos de un entidad política más o menos estabilizada, más o menos mayoritaria, más o menos en paz con los “otros”; beneficiarios o marginales de una sanidad, de un hogar, de unas costumbres, de una cultura…

*Cap.4- Todo ello, además de recibido y más o menos asumido o asimilado, es presionante y hasta determinante: permite unas opciones y prohíbe otras, premia unas sumisiones y castiga unas desobediencias, promete unos horizontes e intenta bloquear otros.  

Y todo lo anterior mucho más como recibido que como elegido por uno, pero no queda todo, siendo mucho, ahí, sino que…¡ta-ta-ta-chán!

*Cap.5.- Un día, y a partir de él, casi toda la vida, pasamos de meros receptores a participantes activos de este inmenso “toma y daca”, hasta el punto de que vivir se confunde con actuar en la línea que cada uno considera suya, libre y responsable (en la medida en que lo dejan).
Y entramos de lleno en “La lucha de la vida” o en el conflicto o guerra por sobrevivir, por seguir viviendo, por vivir a costa de los demás, etc.etc.

- - - - - - - - y esto sigue y sigue y sigue - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Y se llega a UNA EDAD MADURA, por ejemplo, habiendo construido algo con todo aquello recibido: un proyecto de amor hogareño, unos hijos, una profesión, unos trabajos, unos compromisos sociales… más o menos satisfactorios. Entonces, una ocurrencia: ¿no es hora de preguntarse:
A estas alturas ¿SE DEBE ALGO?


Entonces, ¿cómo pagar? Viviendo, al servicio de la Vida. Aunque la mayoría de las veces, en vez de DAR, nos obsesionamos con vivir a costa de los demás… y para ello ENGAÑAMOS, DISIMULAMOS, MANIPULAMOS, CONTEMPORIZAMOS y un larguísimo etcétera.


Enrique Robles