sábado, 29 de diciembre de 2012

El buen humor


La palabra humor se suele usar para aquello que nos despierta la risa o la sonrisa. Pero es de tener en cuenta que también hablamos de buen y de mal humor.
El estado de humor de una persona en cada momento puede ser bueno, malo o expectante.
Esta última situación se da cuando estamos envueltos en una situación en que nos urge actuar y nuestra conciencia está apartada de la percepción de nuestro estado anímico. También cuando voluntariamente se entra en estado contemplativo y la consciencia se desliga de las propias emociones.
Por lo demás, en casi todo momento consciente estaremos de buen humor o de mal humor, aunque hay grados dentro de cada uno, según las circunstancias y personas.
Estar de buen humor es percibir que la vida nos va bien, que se están cumpliendo nuestros deseos y podemos estar satisfechos con nosotros mismos, que los inconvenientes no son más que menudencias ridículas e irrisorias (no en el sentido retórico, sino literal, porque producen risa).
Mantener el buen humor es estar confiado en que la vida nos irá bien, que si tenemos obstáculos podremos superarlos o bien que, de no poder hacerlo, encontraremos una nueva situación de equilibrio donde sea posible nuestro bienestar. Quizás renunciando a collares que valen más que los perros, cosas que de verdad son innecesarias y que nos requieren más esfuerzo que gratificación nos dan.
Tener buen humor conlleva sentirse optimista ante el futuro. Pero para conservar esta actitud es necesario ser prudente con los objetivos a que aspira uno en la vida, conocer las posibilidades de uno mismo, saber hasta dónde puede llegar uno, valorar qué situaciones pueden ser adversas y qué malas reacciones podemos tener, para evitarlas y saber cómo acomodarse.
El buen humor significa ser tolerante consigo mismo y con los demás, en tanto que somos imperfectos y nos equivocamos. Significa ser paciente con otros, en tanto cada uno tiene una capacidad de asimilación, reacción y acción diferente.
El buen humor también consiste en reconocer la torpeza, la propia y la ajena, como algo superable y que no debe irritarnos. Y en el caso de nuestra torpeza hacernos reír.
El buen humor no sólo es alegría y contento con uno mismo, también inteligencia al mirar los conflictos por su lado cómico, provocar la risa y disipar los temores. En otros casos hacer visibles los aspectos positivos o menos negativos de una adversidad, despertar la sonrisa y producir consuelo.
Ser de buen humor es levantarse cada día pensando en cómo llenarlo de ratos satisfactorios y a ver en cada uno de los demás su lado más bello. Quitarle a cada conocido las etiquetas que le hemos puesto y pensar que cada persona con quien me trato a diario me puede descubrir hoy algo nuevo y bonito de sí mismo.
Podríamos hablar de los beneficios para la salud que con la risa se obtienen. De las reacciones químicas en el cerebro, de las endorfinas, del descenso de noradrelina, de la serotonina o de la melatonina. Pero antes de la Salud están la Felicidad y la Longevidad, y tan sólo por detrás está la Paz.
Al respecto, y concluyo, dos dichos populares:
«La risa es la mejor medicina del alma».
«Más vale caer en gracia que dárselas de gracioso». Algo que intento recordar todos los días.


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