martes, 24 de noviembre de 2015

EL SINSENTIDO DEL SENTIDO

El mundo, la vida, mi vida, no tienen sentido.

La palabra sentido en nuestra lengua tiene múltiples acepciones. No nos entenderemos si no aclaramos a la que nos estamos refiriendo. La más pertinente quizás a lo que nos ocupa puede ser:   “Circunstancia de tener o estar realizada una acción con un determinado fin, de servir para algo o de ser razonable o tener una justificación.”(M. Moliner). Desde este punto de vista tienen sentido aquellas acciones que colaboran al logro de una meta, como por ejemplo: “corro porque quiero llegar pronto”.  Si actuamos sin ton ni son, yendo y viniendo, a lo loco, incoherentemente, sin lógica, sin una finalidad, nuestras acciones no tendrán sentido.
 En palabras de J. Mosterín :“lo que da sentido a una acción es el fin con ella perseguido por el agente. El sentido de esa acción consiste precisamente en su contribución a la consecución de los fines del agente”
“Cuando actuamos teleológicamente, en función de fines conscientemente explicitados, nuestras acciones adquieren un sentido…El sentido de un acto es aquello para lo que sirve ese acto”(J.M.)
“No podemos preguntar ¿cuál es el sentido del mundo? pues el mundo no es algo que dependa de ninguna consciencia o voluntad, y, por tanto, no es algo que pueda tener sentido”(J.M.)
“Lo que si podemos preguntarnos es ¿cuál (si es que alguno) es el sentido que queremos dar a nuestra vida?  Aquí nos preguntamos si queremos organizar nuestra vida teleológicamente, si de ahora en adelante queremos orientar nuestras acciones en función de algún telos o fin o sistema de fines. Nuestra vida, que de por sí carece de sentido, como la vida en general, es susceptible, sin embargo, de recibir -de nosotros mismos- un sentido: el que queramos darle”(J.M.)
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El pensamiento teísta cree que una vida humana tiene sentido en la medida en que cumpla el propósito para el que fue creada por Dios. Si Dios existe ha debido crearnos para algo y en la medida que nos acomodemos a ese fin nuestra vida tendrá o no sentido. Otra cosa es que aún creyendo en ese Dios seamos capaces de discernir sus propósitos. Y aún cuando lo hiciéramos ¿dónde queda nuestra dignidad si solo hemos de acomodarnos a la voluntad del amo?
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“Vivir racionalmente es vivir en función de las metas más lejanas e importantes, es aclarar lo que queremos en último término y actuar de tal modo que lo obtengamos en la mayor medida posible.
La dificultad con que tropezamos para hacer lo que queremos no suele ser tanto que no podamos hacer lo que que queremos cuanto que no sabemos qué es lo queremos hacer..
La primera condición de la conducta racional consiste, pues, en la exploración, aclaración y explicación consciente de los propios fines”(J.M.)
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Pero ¿de la razón puedo obtener mis fines? ¿los que den valor a mi vida? ¿qué guía sigo? ¿Cómo elegirlos? Ponerse al servicio de una gran causa puede dar sentido a nuestros actos e intensificar nuestra experiencia vital pero puede arrastrarnos, por ejemplo, al fanatismo. El que nuestra vida tenga sentido no implica que actuemos éticamente (piénsese en los terroristas)
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Ha aparecido la palabra valor. Fines, valores, intereses, pasiones. Si conseguimos que convivan sin demasiadas estridencias …

Antonio Domínguez Camacho

jueves, 12 de noviembre de 2015

EL SENTIDO PROFUNDO DEL SUFRIMIENTO HUMANO

SUMARIO:
Se trata de unas reflexiones basadas en la obra “ EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO”, cuyo autor, Viktor Frankl, analiza el dolor humano, llegando a encauzarlo de forma que pueda ser asumido. A diferencia de Freud y Adler, que establecieron como principios fundamentales de la actitud humana el sexo y el poder, respectivamente, Frankl considera que es la pretensión de darle un sentido a la vida lo que dirige al hombre. Define su técnica de análisis como logoterapia, es decir una terapia que persigue ayudar al paciente a encontrar por sí mismo su logos, es decir el sentido, significado o propósito de lo que la vida espera de él en cada momento. Es algo cambiante con el tiempo, que él mismo debe descubrir.              
El sentido que pueda tener el sufrimiento excede la capacidad intelectual del hombre. Desde el principio de los tiempos, el esfuerzo por desentrañarlo ha ocupado a filósofos, teólogos, intelectuales y toda suerte de individuos a los que alcanzó algún tipo de dolor. Porque el sufrimiento tiene muchas formas de presentarse: la soledad física o psíquica, la enfermedad, el fracaso humano, el desamor, el vacío existencial, la pérdida de trabajo, la muerte de un ser querido sin el que la vida pierde todo sentido….Son ilimitadas las variedades en que puede presentarse, y en las que de hecho se presenta. Cambian con la época, con la cultura, con la sociedad en que se vive, pero siempre, en una u otra forma, aparecen en la vida del individuo, desestabilizándole.
Se plantea la cuestión de si este sufrimiento es necesario -- o al menos útil – para el perfeccionamiento humano, bien en su maduración, bien en su valor moral o religioso.
¿Mejoramos en algo con el dolor? -No necesariamente. El mismo dolor que a unos hace madurar, sin por eso dejar de sufrir, a otros embrutece y desespera.
¿Cuál es la causa de que la misma o similar perturbación produzca resultados tan distintos, aun compartiendo igual sufrimiento? -El sufrimiento hunde cuando no se le encuentra sentido, cuando todo se presenta como absurdo o inútil. -El sufrimiento eleva cuando se llega a encontrarle un sentido que permita sublimarlo, haciéndolo útil.

Decía NIETSCHE:
“EL QUE TIENE UN POR QUÉ, PUEDE SOPORTAR CUALQUIER COMO”.
El secreto es encontrarle algún sentido al “como” que se nos impone con el “por qué” en que creemos, y que permite verlo como útil. Así, se puede llegar a aceptar el dolor y asumirlo sin desesperación. No por eso deja de ser el sufrimiento un mal rechazable, pero puede dar ocasión a que el individuo se supere ante él, y alcance actitudes y valores que no hubiera conseguido sin pasar por ese duro camino. Esto no quiere decir que el dolor sea bueno, lo que puede serlo es la reacción que se adopte ante el sufrimiento.
Esta idea no es nueva, el mismo NIETSCHE, con su lenguaje tremendo, ponía de manifiesto que el sufrimiento puede contribuir a que el individuo se supere:
“CUANDO AMO A UN HOMBRE, LE DESEO TODA SUERTE DE DESGRACIAS, PORQUE SÓLO LA FATALIDAD HACE AL HOMBRE SUPERIOR”.
Lo que no dice es que a algunos, la mayoría, la fatalidad les tumba, definitivamente.

Antonio Escalona