Los medios de comunicación son
instrumentos utilizados en la sociedad contemporánea para informar y comunicar
mensajes en versión escrita, sonora, visual, audiovisual o digital. Algunos son
utilizados para la comunicación masiva al gran público, otros para transmitir
información a pequeños grupos sociales, como es el caso de los periódicos
locales o institucionales. Por último, es creciente y de una gran
transcendencia social y política, la aparición de medios digitales de
intercomunicación social individual que permiten la irrupción directa del
ciudadano en el ámbito informativo.
A diario, individuos y comunidades acceden a material informativo que describe,
explica y analiza datos y acontecimientos políticos, sociales, económicos y
culturales. Periódicos, radios, televisiones, redes sociales y páginas web son
ejemplos de la cada vez más compleja e interrelacionada naturaleza de los
medios de comunicación.
No existe una definición que englobe el significado del conjunto de todo lo
citado. Adquieren objetivos, beneficios y usos diferentes. El mismo medio que
permite a unos publicar un contenido que necesite divulgación inmediata en
diversos sectores de la sociedad, supone para otros una herramienta
política o un vehículo de manipulación social o política. Sectores de la
sociedad, conscientes de esta posibilidad, los utilizan para hacerse escuchar o
para imponer su visión de los problemas de forma pretendidamente sectaria. Es
lo que conocemos como manipulación de los medios.
Especialmente relevante es la manipulación de la opinión pública con
intencionalidad de lucha política partidista. Su incidencia en el sistema
democrático puede afectar al mismo fundamento de éste. En efecto, la
democracia actual se basa en: con objeto de eliminar el poder absoluto de los
antiguos regímenes, en los que el individuo se encontraba falto de garantías
ante la discrecionalidad del poderoso; dividir aquel en tres poderes
independientes entre sí que aseguren al ciudadano, por controversia entre
ellos, el estado de derecho, es decir el predominio de la ley nacida del pueblo
por encima de las arbitrariedades políticas (MONTESQUIEU). De esta forma, no
tendrían que defenderse individualmente los principios de justicia y equidad, sino
que el libre juego de estos tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial,
independientes entre sí, debería asegurar su aplicación. La ley, nacida del
pueblo en el parlamento, gestionada por el gobierno, sometido al poder de la
justicia, garantizaría los derechos iguales de todos los ciudadanos. Parte esta
concepción de la idea de que a un poder solo se le limita por otro poder y no
por la intervención directa del ciudadano, que poco puede hacer solo frente a él.
Debe acudir, en su caso, al poder de control establecido. Este es el principio
en que se basa la creación de los tres poderes.
Si de alguna forma pudiera alterarse la opinión pública, de manera que los representantes
elegidos del pueblo lo fueran de forma sesgada como consecuencia de la
manipulación y del adoctrinamiento sectario de la ciudadanía, se habría
pervertido la naturaleza misma del sistema. No en vano se ha calificado a los
medios de comunicación -- en principio a la prensa, pero por extensión a los
otros medios -- como el cuarto poder. Efectivamente, constituyen un importante
instrumento de formación de la sociedad, y a través de esta, de la elección o
caída de un gobierno. Por esta poderosa razón es fundamental que no pueda ser
manipulada.
Igualmente, un gobierno formalmente democrático que, cumpliendo las
formalidades propias del mismo, convirtiera el ejercicio del procedimiento
democrático en una representación bien vestida, pero carente de autenticidad y
veracidad por manipulación de la opinión pública o incumplimiento de la
condición de independencia exigida entre los tres poderes , incurriría en la
misma perversión antidemocrática.
Medios técnicos y conocimientos del ser humano hay, actualmente, más que
suficientes para conseguir la sugestión de los individuos, llevándolos a donde
interese sin que ni siquiera lo perciban. Esto supone una tentación demasiado
fuerte para los políticos. La sociedad democrática debe precaverse de los que,
de mala fe, abusan del sistema, manipulándolo para su provecho.
La defensa de la sociedad frente a la agresión mediática manipuladora debe
basarse en los principios de libertad de comunicación sin censura aplicable a
prensa, radio, televisión, redes sociales etc., pluralidad e independencia de
los medios, elevación del nivel de educación del ciudadano que le permita tener
un criterio propio fundamentado. Mientras más fuerte sea sicológicamente y mas alto
su juicio crítico, mas difícil será la manipulación. El manipulador necesita
convertir en hombre masa al individuo para infundirle sus intereses, y que
este, engañado, los asuma como propios.
La mayor dificultad de la democracia es que para ser verdadera necesita
demócratas, y crear éstos lleva tiempo, educación y paciencia, como todo gran
cambio del tejido social.
Antonio Escalona