Con razón dijo Carmen que ser náufragos es triste. Por eso
dejamos inmediatamente de serlo. Vivimos en un atolón de minúsculas islas mal
puenteadas, superficialmente comunicadas. Pero cada náufrago (ya sólo
habitante) en su diminuta ínsula, atrapado como un rey en su moneda o un reflejo
en un pozo siente a veces la sombra ladina de la soledad.
Bueno, el mar está creado. Ya sólo falta lanzar nuestros
mensajes en cerradas botellas. La marea azarosamente (¿azarosamente?) los
entregará en orillas impensadas. Otro habitante los recogerá y quizá los
ignore, los devuelva al mar intactos, los lea con pasión o los haga arder en el
fuego de esa noche. Pero si contesta, retornará el mensaje a su mar ya
convertido en otra cosa. Se iniciará un coloquio en varios idiomas, el idioma
silencioso de las piedras, el festivo lenguaje del color. La palabra misma se
desviste de la palabra y queda línea desnuda, la línea se deshace de la línea y
queda huella sola, la huella se ovilla en su origen y vuelve a ser palabra. Y
se cierra el círculo, se crean redes.
Evidentemente, nadie se ha enterado de en qué consiste la propuesta.
Bueno, dicho en prosaico: cada cual va enviando, en el
momento en que lo desee, una producción suya (poema, imagen, fotografía, pieza
musical…). El resto de participantes en el blog reciben las obras y, si lo
desean, eligen una y “responden” recreando esa obra en un lenguaje diferente
(si era poema o relato, se recrea como imagen o pieza musical y a la inversa).
La “respuesta” se sube al blog indicando a qué obra inicial corresponde. Por
supuesto, puede haber respuestas de respuestas y toda la sarta de combinaciones
tan complicadas como nuestro natural retorcido nos
permita.
Somos habitantes solos en islas mudas. Y podemos ser un
archipiélago de sorpresas edificando nuestra pequeña babel en un divertido
trasiego de idiomas cruzados. Ánimo. Yo no sé qué nos espera. Pero tendremos
que averiguarlo.
Pilar Domínguez