“Dos preguntas:”
Propuesta de una charla/taller-de-análisis
sobre sostenibilidad en el Ateneo de Mairena
Por Antonio Pou
La palabra sostenibilidad está de
moda porque es evidente que la sociedad actual tiene un serio problema, pero
también es evidente que apenas se hace nada para remediarlo. Las proclamas
fervorosas y las denuncias sociales no producen mella en la maraña de complejos
procesos que hacen posible, y a la vez imposible, la sociedad actual. Gracias a
ellos, una parte importante de la población mundial disfruta -disfrutamos- de
privilegios que hace tan solo unos decenios o siglos estaban reservados a los
reyes. Sin embargo, el diseño global es una chapuza y produce fuertes
distorsiones que amenazan la supervivencia de todos (contaminación del aire,
cambios en el clima y en los procesos naturales, conflictos sociales
generalizados, frustración individual, etc.). Pero casi cualquier cambio que se
realice en el diseño, al menos bajo los parámetros actuales, supone destrucción
de privilegios, por lo cual nadie, excepto los muy tontos, o los suicidas, osan
cortar la rama en la que estamos subidos.
La sostenibilidad es un problema
muy complejo y no puede ser abordado con soluciones simplistas, pero quizá sí
con soluciones sencillas, que no simples, y es posible que, además, sea la
única forma de hacerlo. El asunto está en localizarlas.
Casi ningún tipo de problema
responde realmente a sus causas aparentes. Por ejemplo, los temas ambientales
rara vez son tales sino consecuencia de procesos económicos. Pero éstos, a su
vez, vienen condicionados por los políticos y éstos por los socio-culturales. Claro
que, si se mira con más atención, resulta evidente que no existen problemas
sociales como tales sino individuales, puesto que los individuos somos los componentes
básicos de la sociedad. Además, como cada individuo es un mundo, de nuevo
tenemos capas de causas y circunstancias cada vez más profundas dominadas por el
intelecto, la emocionalidad y la espiritualidad. Así que lo colectivo y lo
individual, forman un continuo, pero en capas, como una cebolla.
Lo de la cebolla evidentemente es
ficticio y lo de las capas también, lo que existe es una única realidad, pero
es tan compleja, y nuestras capacidades mentales tan limitadas, que la hacemos
capas para intentar comprenderla y para manejarnos con ella. Por lo tanto, si realmente
necesitamos una transformación, tenemos que cocer toda la cebolla, al mismo
tiempo, cosa que no está al alcance de nadie porque nadie tiene una olla tan
grande como para que quepa la cebolla.
Afortunadamente, la cebolla de la
que formamos parte no es una masa uniforme y fragmentos de unas capas influyen,
condicionan, o bloquean a otras. Como consecuencia, rara vez actuando sobre una
única capa de la cebolla se produce el efecto deseado o esperado, lo cual
frecuentemente produce despiste y frustración, pero se puede aprovechar esa
característica para buscarle las vueltas.
Si conocemos de primera mano, por
experiencia, algún fragmento de la maraña, probablemente hayamos identificado
pequeños procesos y circunstancias que bloquean a otros más importantes. Actúan
como el seguro de un arma que impide apretar el gatillo, solo que en este caso
suelen ser seguros de otros seguros, formando una cadena y, a menos que los
desactivemos siguiendo la secuencia adecuada no conseguiremos modificar el
sistema; porque ahí reside su resiliencia, su capacidad de resistir a los
cambios y recuperar la situación anterior. Muchos de los seguros son
formidables y poco o nada se puede hacer para liberarlos, pero si se sigue el
rastro de la cadena generalmente se llega a una multitud de pequeños seguros
que son los que lo protegen. Sobre ellos es mucho más fácil actuar con éxito.
Cada cultura, cada civilización,
busca mecanismos de autoperpetuación, lo cual está muy bien en tiempos de
bonanza pero que pueden significar su destrucción en tiempos de cambio, cuando
la necesidad imperante es la adaptación, como en estos momentos.
Siempre es tiempo de cambios.
Ocurren constantemente en individuos y pequeños grupos y por eso nuestro mundo
es diferente al de nuestros padres. Es la velocidad de los cambios la que es
diferente de unos momentos a otros y a veces es tan rápida que constituye una
catástrofe, tanto para los elementos referenciales individuales como para los colectivos.
Por supuesto los cambios drásticos, impuestos, no sustanciados en los
individuos, son una catástrofe y algunas culturas consideran que cuando se
produce un trauma colectivo, éste se transmitirá durante siete generaciones
hacia adelante y procede de siete generaciones atrás.
Respecto a la sostenibilidad, hay
cambios que resultan positivos, negativos, o neutros; sin embargo, son los
no-cambios, la no adaptación a las nuevas circunstancias, sean estas naturales
o humanas, o no hacerlo a la velocidad que la situación exige, los que
constituyen los obstáculos mayores y más difíciles de abordar. Muchos de esos
no-cambios vienen siendo arrastrados desde hace siglos o milenios, por pereza, por
tradición, por miedo al cambio, por no mirar, o por no usar el sentido común.
Para intentar abordar la
sostenibilidad con algún realismo es necesario mirar a las necesidades de hoy,
a los cambios que están sucediendo y a los no-cambios. Para ello es preferible
centrarse en temas concretos, cotidianos, que son los que conforman nuestro
comportamiento, que son los que mejor conocemos y sobre los cuales tenemos
alguna capacidad de influencia. Una vez centrados en un tema el asunto está en
rastrear la hilera de seguros que bloquean o entorpecen el avance hacia una
mayor sostenibilidad y localizar los más débiles, los más cercanos, aquellos
que pueden ser liberados a nivel individual o de grupo pequeño y promover
acciones de cambio positivo. Habituados como estamos a las grandes proclamas e
intenciones, esto puede parecer algo ridículo e insignificante, pero son este
tipo de pequeñas acciones, cuando se extienden a un colectivo, las que producen
los cambios y, además, con gran rapidez.
Esto es lo que propongo para esta
charla/taller-de-análisis. Así que, en un contexto como el de Mairena, en el de
las familias que lo habitan, en el ámbito de su influencia, las dos preguntas
serían: “¿Cuál o cuáles crees que son
los procesos más relevantes que están bloqueando el avance hacia una sociedad
sostenible? ¿Cómo crees que habría que hacer para desbloquearlos?”
La charla comienza aquí, con la
lectura de estas páginas, y el taller comenzará con un breve recordatorio de las
mismas, las cuales se habrán hecho llegar previamente a los participantes,
seguido de un coloquio y reflexión colectiva, rebuscando en los entresijos de
los seguros y seguros de los seguros que bloquean los avances. Mi papel sería
de moderador y orientador del análisis para mantenerlo lo más centrado posible en
el tema de sostenibilidad. Como resultado de la actividad sería deseable que se
pudiese identificar alguna acción concreta que fuese factible llevar a cabo en
el entorno de Mairena. Si esta manera de trabajar resulta eficaz, podría ser el
comienzo de un vivero de gérmenes de sostenibilidad.
A lo largo de la actividad sería
conveniente que alguien hiciese de relator recogiendo las principales ideas y opiniones.
Se necesitará alguna pizarra o block donde anotar.