domingo, 30 de agosto de 2015

PARA NUESTRO DIÁLOGO EN COPA-FILO CON M. ONFRAY

Unas notas bibliográficas, con primeros espadas de este tipo de corridas:
*M. ONFRAY, Tratado de ateología. Física de la Metafísica, Anagrama B 2008 (pasado por Gerardo para la Copa-Filo de Septiembre)
*F. SAVATER, La vida eterna, Ariel, B 2007.
*R. DAWKINS, El espejismo de Dios, Espasa, M 2008, magnífico trabajo; y El relojero ciego (sobre el creacionismo), que nos pasó Enrique Hoyos para la Copa-Filo de Julio
*Bart D. EHRMAN, ¿Dónde está Dios? El problema del sufrimiento humano, Crítica, B 2008.
*C. HITCHENS, Dios no es bueno. Alegato contra la religión, Debolsillo, B 2008
*P. FLORES D’ARCAIS, ¿Dios existe?, Espasa, M 2008 (en polémica con J. Ratzinger (a) Benedicto XVI.
*G. BUENO, La fe del ateo. Temas de hoy, M 2007 (Las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el gobierno socialista)
*P. ODIFREDDI, Por qué no podemos ser cristianos (y menos aún católicos), B 2008.
*G. PUENTE OJEA, Elogio del ateísmo: Los espejos de una ilusión, Siglo XXI, 1996.
*R. PANIKKAR, El silencio del Budda: una introducción al ateísmo religioso. Siruela, 1997.
*J. GÓMEZ CAFFARENA y J.Mª MARDONES, “Ateismo moderno: Increencia o indiferencia religiosa, Col. Fe-Cultura 8, Universidad Iberoamericana, 1999.

Como veréis, bibliografía muy reciente, porque se trata del “nuevo ateísmo”, que está teniendo un enorme alcance mediático, desconocido hasta no hace mucho. Para los interesados por el tema, no se debe prescindir de una base fundada para este debate que, bien enfocado, puede ser muy liberador de viejos atavismos.

(En El País del domingo 9/08/2015 aparece un articulete de Juan Goytisolo “Fe y Razón”, muy tópico y superficial, a estas alturas). Para leer el artículo pincha aquí

Una primera conclusión a partir de estos textos: las religiones se sostienen  en un “humus” oscurantista que hay que erradicar socializando la “tradición racionalista occidental” (Onfray,  o.c. p.34, p.55). Y así ha de ser porque sólo existe una civilización, la “científico-técnica” (Savater, o.c. p-139, 166), acompañada del “escepticismo empírico” y de la razón “científica moderna” o “empírico-racional” (Flores D’Arcais, o.c., p.97-98; 118.127.)

La pregunta filosófica es: ¿con qué fundamento veritativo se aplica la epistemología científica a las cuestiones teológicas?

Antes, el fundamentalismo teológico, manejado desde el Poder confesional,  pretendió  abusivamente cerrar el paso al avance de las ciencias en todos los campos que le resultaban molestos, pero quizá hoy el cientismo  (no la legítima investigación científica) globalizante pretende meterse a frenar otras instancias no estrictamente objetos de la ciencia experimental (ética, estética, histórica, epistemología simbólica… y también teológica)

No se trata de remontarse al padre Descartes, ni siquiera a Kant y Hegel, y sí situarnos en nuestro parentesco con el empirismo (Bacon, Locke, Hume, Berkeley) remozado por el neopositivismo lógico y su mentalidad verificacionista.  Lo que queda en el fondo de nuestras dudas filosóficas es la pretensión fundamentalista de haber llegado al final, sin reconocer la limitación que presentan todos nuestros intentos de trasladar o llevar la realidad al concepto. En esa línea, hay que dejar paso al relativismo cultural y a las mediaciones históricas… Un ejemplo de ello sería la llamada epistemología simbólica, para la que aquello que supuestamente está más allá de nuestros conceptos e ideas de manera inalcanzable es algo con lo que estamos vinculados; una realidad que nos concierne y afecta de la que es posible hablar razonada y razonablemente gracias a sus anticipaciones en lo singular sin dejar de ser , por ello, inalcanzable. 

Ejemplo paradigmático que hoy no molesta a casi nadie es la “teoría” de la evolución: la observación de la realidad, de lo empírico y positivo permit_e formularla. Y ello es posible por la existencia de una lógica, de un sentido, de una verdad universal que está presente y se anticipa en lo singular, tanto a lo largo de la historia como en el momento presente.

Como defiende Gustavo Bueno,  “la racionalidad no se agota en la racionalidad científica ”(o.c.p.346).

Savater advierte en este sentido que “a la credulidad por exceso se contrapone también otra, por defecto: la del cientifismo reductor que despacha como supersticiones sin sentido no sólo las soluciones religiosas, sino incluso las mismas ‘inquietudes’ humanas de que provienen” (o.c.p.184)


Enrique Robles