Unas notas
bibliográficas, con primeros espadas de este tipo de corridas:
*M. ONFRAY, Tratado de ateología. Física de la
Metafísica, Anagrama B 2008 (pasado por Gerardo para la Copa-Filo de
Septiembre)
*F. SAVATER,
La vida eterna, Ariel, B 2007.
*R. DAWKINS,
El espejismo de Dios, Espasa, M 2008,
magnífico trabajo; y El relojero ciego
(sobre el creacionismo), que nos pasó Enrique Hoyos para la Copa-Filo de
Julio
*Bart D.
EHRMAN, ¿Dónde está Dios? El problema del
sufrimiento humano, Crítica, B 2008.
*C.
HITCHENS, Dios no es bueno. Alegato
contra la religión, Debolsillo, B 2008
*P. FLORES
D’ARCAIS, ¿Dios existe?, Espasa, M
2008 (en polémica con J. Ratzinger (a) Benedicto XVI.
*G. BUENO, La fe del ateo. Temas de hoy, M 2007
(Las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el gobierno
socialista)
*P.
ODIFREDDI, Por qué no podemos ser
cristianos (y menos aún católicos), B 2008.
*G. PUENTE
OJEA, Elogio del ateísmo: Los espejos de
una ilusión, Siglo XXI, 1996.
*R.
PANIKKAR, El silencio del Budda: una
introducción al ateísmo religioso. Siruela, 1997.
*J. GÓMEZ
CAFFARENA y J.Mª MARDONES, “Ateismo
moderno: Increencia o indiferencia religiosa, Col. Fe-Cultura 8,
Universidad Iberoamericana, 1999.
Como veréis,
bibliografía muy reciente, porque se trata del “nuevo ateísmo”, que está
teniendo un enorme alcance mediático, desconocido hasta no hace mucho. Para los
interesados por el tema, no se debe prescindir de una base fundada para este
debate que, bien enfocado, puede ser muy liberador de viejos atavismos.
(En El País
del domingo 9/08/2015 aparece un articulete de Juan Goytisolo “Fe y Razón”, muy
tópico y superficial, a estas alturas). Para leer el artículo pincha aquí
Una primera
conclusión a partir de estos textos: las religiones se sostienen en un “humus” oscurantista que hay que
erradicar socializando la “tradición racionalista occidental” (Onfray, o.c. p.34, p.55). Y así ha de ser porque sólo
existe una civilización, la “científico-técnica” (Savater, o.c. p-139, 166),
acompañada del “escepticismo empírico” y de la razón “científica moderna” o
“empírico-racional” (Flores D’Arcais, o.c., p.97-98; 118.127.)
La pregunta
filosófica es: ¿con qué fundamento
veritativo se aplica la epistemología científica a las cuestiones teológicas?
Antes, el
fundamentalismo teológico, manejado desde el Poder confesional, pretendió
abusivamente cerrar el paso al avance de las ciencias en todos los
campos que le resultaban molestos, pero quizá hoy el cientismo (no la legítima investigación científica)
globalizante pretende meterse a frenar otras instancias no estrictamente
objetos de la ciencia experimental (ética, estética, histórica, epistemología
simbólica… y también teológica)
No se trata
de remontarse al padre Descartes, ni siquiera a Kant y Hegel, y sí situarnos en
nuestro parentesco con el empirismo (Bacon, Locke, Hume, Berkeley) remozado por
el neopositivismo lógico y su mentalidad verificacionista. Lo que queda en el fondo de nuestras dudas
filosóficas es la pretensión fundamentalista de haber llegado al final, sin
reconocer la limitación que presentan todos nuestros intentos de trasladar o
llevar la realidad al concepto. En esa línea, hay que dejar
paso al relativismo cultural y a las mediaciones históricas… Un ejemplo de ello
sería la llamada epistemología simbólica,
para la que aquello que supuestamente está más allá de nuestros conceptos e
ideas de manera inalcanzable es algo con lo que estamos vinculados; una
realidad que nos concierne y afecta de la que es posible hablar razonada y
razonablemente gracias a sus anticipaciones en lo singular sin dejar de ser ,
por ello, inalcanzable.
Ejemplo
paradigmático que hoy no molesta a casi nadie es la “teoría” de la evolución:
la observación de la realidad, de lo empírico y positivo permit_e formularla. Y
ello es posible por la existencia de una lógica, de un sentido, de una verdad
universal que está presente y se anticipa en lo singular, tanto a lo largo de
la historia como en el momento presente.
Como
defiende Gustavo Bueno, “la racionalidad no se agota en la
racionalidad científica ”(o.c.p.346).
Savater
advierte en este sentido que “a la
credulidad por exceso se contrapone también otra, por defecto: la del
cientifismo reductor que despacha como supersticiones sin sentido no sólo las
soluciones religiosas, sino incluso las mismas ‘inquietudes’ humanas de que
provienen” (o.c.p.184)
Enrique Robles