En nuestra próxima tertulia “Privacidad
y 5G” nos plantearemos, de entrada, dos incógnitas: La privacidad, asociada
con nuestra intimidad, y 5G, asociada a la tecnología.
Sobre la primera, si no nos
consideramos vanidosos, podemos ver que no hay nada nuevo desde la
popularización de las comunicaciones. Por no alargarnos mucho, y simplificando
desde el "morse", siempre ha intervenido, mínimo, una tercera persona en nuestras
comunicaciones. O bien ha sido el
telegrafista, la operadora, o el ingeniero en telecomunicación, la cuestión es
que sin la ayuda de estos profesionales, nunca, repito, nunca hubiésemos podido
establecer los contactos.
Es evidente que si necesitamos de
alguien para poder comunicarnos, estamos facilitándole la posibilidad de ser
escuchados. Pero, ¿realmente les puede interesar a estos profesionales nuestras
conversaciones? Si consideramos que son millones de conexiones continuamente
¿por qué vamos a ser espiados? ¡Claro!, siempre habrá intereses en conocer los
movimientos y datos de las personas influyentes, seguro que ellas sí son
controladas, pero seguro que también lo saben. Salvo algún accidente, podemos
seguir desarrollando de forma normal nuestra vida.
Y sobre la segunda, 5G u otra
señal de radio, tanto si la consideremos o no, estamos tan familiarizados con
ella que pasa desapercibida. Veamos algunos ejemplos:
Para empezar quiero destacar el
término “ancho de banda”. Aunque suene muy técnico todos estamos familiarizados
con él porque nuestras radios tiene onda media (AM) y frecuencia modulada (FM).
Dos frecuencias que aun trabajando a la vez, no se interfieren. Esto qué quiere
decir: Pues que con estudios recientes, se ha demostrado que las ondas de nuestro
cerebro oscilan hasta cerca de 50Hz.
Y ahora qué. Pues recordemos que
la corriente eléctrica de nuestras casas oscila a 50Hz, que en la mayoría de
los hogares tenemos micro-ondas, ruter con nuestra propia red wifi para el
ordenador, la impresora o la tv.; nuestros móviles de 2G, 3G ó 4G; los mandos a
distancia del coche o del garaje; el teléfono fijo sin hilos; el control remoto
de los juguetes de nuestros hijos o nietos y todo el espectro radiofónico que
entra por el éter. Todas ellas, bandas de radio-frecuencia (RF) que, como
dijimos, no se interfieren entre si.
Visto así, desde que nacemos y
hasta que morimos, estamos rodeados de frecuencias electromagnéticas que nos
ayudan a hacer más grata y comunicativa nuestras vidas.
Si son miedos lo que nos invade,
en nuestra próxima tertulia trataremos de exponerlos y disiparlos.
Manolo Quero