martes, 13 de mayo de 2014

Compromiso Social

El próximo 4 de junio le haremos un homenaje al que fuera presidente del Ateneo de Madrid Carlos París. Admito que no conocía a nuestro homenajeado y menos aún su obra. Ahora bien, como en todas nuestras tertulias, cuando proponemos un tema damos pie a nuestras inquietudes y comenzamos a indagar en aquello que será nuestro próximo debate. Con este método alcanzamos un enriquecimiento que mantiene vivo nuestro espíritu creativo. Esto no significa que no se pueda conseguir por otro cauce, pero el nuestro, a mí, me funciona.

Y este es el caso con el filósofo y ateneísta Carlos París. Hasta ayer me era totalmente desconocido, ahora un poquito menos. Gracias a la conferencia propuesta por el grupo, seguida en YouTube, y a su último libro: Ética Radical, he descubierto cómo podemos errar si nos apartamos de la técnica.

Para él, la técnica y nuestro mundo no pueden estar separados, todos debemos estar integrados. Nos advierte de los peligros del mundo de la comunicación por ser un dominio de los grandes grupos al servicio del poder, llegando a decir -aludiendo a Karl Popper- que la TV es incompatible con la democracia, porque aunque con Internet y los móviles se pueden hacer convocatorias libres, los grandes grupos se ocupan de intoxicar la información con sus poderosos medios.  Así mismo, también denuncia la obsolescencia programada, la cual nos lleva a un mundo de consumo con unas máquinas que nos ofrecen más de lo que podemos necesitar. Obligándonos a una pérdida de tiempo en su aprendizaje, que bien podríamos dedicarlo a otra actividad.

No pasa por alto el sistema productivo: con la externalización y la descentralización la gran empresa disminuye los grandes centros de producción y con ellos la dispersión de los trabajadores, evitando las grandes concentraciones y las posibilidades de reivindicación de derechos laborales, aumentando los beneficios y disminuyendo los costes. Es más, desplazando estos centros al tercer mundo encuentra una mano de obra más barata, llegando incluso a la explotación infantil.

El profesor París no pierde la esperanza, considera que debemos creer en el "Mito de la Patria" que es donde los seres humanos se desarrollan en libertad e igualdad. Aunque como dice Michel Onfray (buscando nuestros orígenes) en su libro Las sabidurías de la antigüedad: “Platón produce una mitología útil para mantener a los hombres en el temor, la angustia y el terror. Estos temores y temblores proporcionan una humanidad maleable, miedosa, fácil de conducir. Alienada, es cierto, pero dócil, disponible para la obediencia, la sumisión y el renunciamiento a sí misma”.

Afortunadamente no todos comulgamos con estas "Ideas", y con nuestros debates intentamos mantener nuestro espíritu crítico


Manolo Quero

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