lunes, 30 de abril de 2012

No matarás



Nuestro amigo Juan, para animarnos la feria, nos ha propuesto el difícil problema moral del infanticidio del recién nacido en determinadas circunstancias. Muchas consideraciones del artículo las comparto pero creo que no agotan la discusión y discrepo de otras. Cuando empiezo a meterle mano al asunto me doy cuenta que la discusión sería muy larga, así es que limito mi entrada.

Os recuerdo algunos  de los experimentos con dilemas morales del biólogo Hauser (junto con el filósofo moral Singer): Imaginemos un vagón que circula por una vía de tren y en ella,  un poco más adelante, estás situadas cinco personas que serán arrolladas;  Denise está  junto a las agujas de cambio de vía de modo que puede desviar el vagón hacia un lateral y salvar así a las cinco personas pero en el lateral hay atrapado un hombre ¿deberá desviar el vagón?.
Otro: podría detenerse el vagón interponiendo un gran peso; un hombre gordo está sentado en un puente, ¿deberíamos empujarlo y salvar así a las cinco personas?
Una variante: el camino lateral de la vía vuelve a ella de tal manera que aunque desviemos el vagón los cinco serían atropellados, pero un hombre muy gordo pasa por él ¿debemos accionar las agujas?
Otra: ahora en el desvío lateral hay un gran peso de hierro que parará el vagón pero justo delante pasa un excursionista que resultará aplastado. ¿Qué hacemos?
Presentados estos dilemas a muchas personas de culturas diferentes y a pesar de sus similares consecuencias las coincidencias en las respuestas eran superiores al noventa por ciento. Casi todo el mundo  ve lícito, incluso exigible que desviemos el vagón para salvar a los cinco aunque ello implique la desgracia de otro siempre que sea como daño inevitable pero no en los demás casos.  De ello se desprende, creo yo, que los humanos nacemos con unas emociones morales, con un sentido moral que conforman o dan sentido a nuestros juicios de valor. La emoción básica que estos dilemas evidencian es el "no matarás", la intuición de  que ningún ser racional debería ser utilizado sin su consentimiento aunque sea para el bien de otros (Kant).
Necesitamos la razón para evitar que el sentido moral provoque contradicciones o ilusiones pero, ojo, no debemos desdeñarlo. Si hablamos de matar, cuidado, porque la sociedad se dividirá entre  absolutistas y los relativistas. El aborto o infanticidio conlleva el matar y a medida que el feto adquiere una apariencia más humana más evidente se hace aquella emoción y si se trata de un recién nacido la visión de su muerte puede ser intolerable (por eso muchos antiabortistas exigen que la gestante contemple un aborto antes de decidirse).
Aunque el recién nacido admitamos que presente un estatus moral semejante al feto, goza sin embargo de un sentimiento de acogida, de pertenencia, de reconocimiento que casi todos los mamíferos dispensan a sus crías. Solo graves malformaciones anularían esa empatía.

Otra diferencia relevante entre el aborto y el "aborto postparto" es que el feto presenta una dependencia absoluta con la madre: solo ella puede asegurar su pervivencia. Si quiere renunciar a él lo matará. Puede surgir entonces un conflicto entre el derecho de la mujer al control de su propio cuerpo y la vida del feto. El recién nacido, sin embargo, aunque es incapaz de sobrevivir por sí mismo y depende  por tanto de una persona, ésta no tiene por qué ser su madre. Puede renunciar a él sin necesidad de matarlo si otra persona o el Estado pueden hacerse cargo de él.

Mucho menos admisible me parece que la angustia sicológica de la madre a dar su hijo en adopción prevalezca sobre la pervivencia del niño si se dispone de adoptantes, por muy "posible persona" que consideremos al bebé.

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