Si
la mentira, según la RAE, es “una
expresión contraria a lo que se piensa”, y la verdad, “una conformidad con lo que también se piensa”, ¿cómo podemos
saber si nuestro pensamiento es el acertado para no incurrir en errores?, ¿el
hecho de actuar coherentemente es signo de estar en el camino acertado? Son
tantos los intereses que hay detrás de ella que no podríamos admitirla como
verdad. Entonces, ¿qué es la verdad sino una suma de relaciones humanas asociadas,
elevadas en mayor grado y adornadas poéticamente, que después de un largo uso
las consideramos reales aunque sean mentira?
Sin
pronunciarnos sobre “la mentira”,
veamos algunos casos de dudosa veracidad:
Cuando
leemos “Historias”, de Herodoto y
seguidamente “Viajes con Herodoto”,
de Kapuscinski, este autor cuestiona que los viajes que el primero narra se pudiesen
hacer en aquella época, por las dificultades que entrañan.
Si
avanzamos un poquito más en el tiempo, cuando Platón defiende en “La República” un estado ideal, vemos cómo
Karl Popper, en “La sociedad abierta y
sus enemigos”, nos presenta a un Platón defendiendo el estado espartano
(tribal) en vez del griego (democrático).
Si
nos preguntamos por qué son mitología las creencias griegas o romanas y no
otras, posiblemente descubramos un mundo de intereses o, como dice Walter Burkert,
las creencias son ”nuestra huella biológica”.
Ni
la filosofía, el arte o la literatura quedan al margen de lo que podría ser o
no cierto: ha sido necesario que un biólogo como Eric Kandel medie entre Kant y
Locke; que el francés Pierre Louys nos describa la fábrica de tabaco sevillana
desde una perspectiva menos idílica de lo que Gonzalo Bilbao representó en “Las
Cigarreras”; o que el judío Tony Judt,
nos dé una visión del Holocausto diferente para entender cómo de sustenta
Israel.
En
fin, estos son solo algunos ejemplos que nos pueden hacer pensar en cómo de
subjetiva es la construcción de la Historia.
Para
no alargar mucho los ejemplos, terminaré con una cita de “El proceso” de Kafka que dice: “si
debemos aceptar que la ley nace
exclusivamente de la necesidad, la
mentira adquiere la categoría de principio universal”.
Manolo
Quero
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