domingo, 21 de junio de 2015

NATURALEZA Y FINALIDAD. ¿Hay espacio para la explicación teleológica en la ciencia actual?



Desde el Renacimiento la progresiva matematización del mundo físico, los descubrimientos y sobre todo, con la aparición de la teoría de la evolución biológica, formulada por Charles Darwin en 1859, han ido desterrando la teleología del discurso científico y también del filosófico.
La noción de Causa final procede de la Grecia clásica siendo Aristóteles el más conocido y utilizado desde el concilio de Nicea (siglo IV) como base de toda la filosofía escolástica que impone esa visión filosófica durante muchos siglos. Aunque ya criticada por sus contemporáneos epicureistas, la formulación aristoteliana se adaptaba como un calcetín a la visión cristiana del mundo, de ahí la pervivencia de los escritos aristotélicos y la pérdida de sus adversarios intelectuales, teniendo en cuenta que los monjes cristianos tuvieron el monopolio de la copia de libros y textos de la antigüedad.


Tras el Renacimiento con la aparición de las ideas mecanicistas, fruto de la frenética sucesión de inventos que se producen en esa época, el concepto de Causa final cae del liderazgo para ser sustituida por el de Causa eficiente. Ahora se precisa de un kit tecnológico (y motor) para el desarrollo de un proceso natural. Así definía Darwin su mecanismo de selección de las especies, un mecanismo, un proceso eficiente en la selección de alimentos.

 
Pues bien, según Héctor Velázquez (investigación y ciencia, mayo 2015) podría reintroducirse el criterio de Finalidad “no ya para el conjunto de los procesos naturales, pero sí para eventos particulares tendenciales, ordenados de modo continuado en el tiempo y dirigidos a ciertas metas previsibles”. 

Explica a continuación con detalle que dicha Finalidad debe entenderse no ya como Aristóteles sino como “meta de una tendencia”. Por eso propone sustituir la denominación de teleología por el de teleonomía o teleomatismo. La teleonomía sería el resultado que se obtiene a partir de la estructura del sistema (desarrollo embrionario, equilibrio de ecosistemas, etc.) y teleomatismo se refiere a procesos como la desintegración radiactiva, aumento de entropía, etc.). Por tanto la naturaleza física tendría actividades teleomáticas, los seres vivos teleonómicas y los seres vivos conscientes tendrían actividades teleológicas (como planificar una partida de ajedrez) sin ser esta cascada aplicable a la inversa.

Pero desentrañar completamente un mecanismo natural no es tan fácil. Comprender el mecanismo de la evolución de las especies mediante la genética, con sus fenómenos epigenéticos y retro-regulación proteínica de recién introducción, acoplados a los equilibrios ecosistémicos, es complicado, por lo que si aplicamos el test de Wiener-Granger (Es un test consistente en comprobar si los resultados de una variable sirven para predecir a otra variable, si tiene carácter unidireccional o bidireccional. Para ello se tiene que comparar y deducir si el comportamiento actual y el pasado de una serie temporal A predice la conducta de una serie temporal B. Si ocurre el hecho, se dice que “el resultado A” causa en el sentido de Wiener-Granger “el resultado B”; el comportamiento es unidireccional. Si sucede lo explicado e igualmente “el resultado B” predice “el resultado A”, el comportamiento es bidireccional, entonces “el resultado A” causa “el resultado B”, y “el resultado B” causa “el resultado A”), procedente de la cibernética, nos encontraremos con dificultades científicas en muchas ocasiones.
Es Norbert Wiener quien en 1942 puso en marcha está ciencia, la cibernética, que según Gregory Bateson, es la rama de las matemáticas que se encarga de los problemas de control, recursividad e información. Bateson también afirma que la cibernética es "el más grande mordisco a la fruta del árbol del Conocimiento que la humanidad haya dado en los últimos 2000 años".



Una de las consecuencias de esta nueva ciencia es la aparición del concepto de sistemas complejos, que es aquel sistema que está compuesto por varias partes interconectadas o entrelazadas cuyos vínculos crean información adicional no visible antes por el observador. Como resultado de las interacciones entre elementos, surgen propiedades nuevas que no pueden explicarse a partir de las propiedades de los elementos aislados. Dichas propiedades se denominan propiedades emergentes. Nótese que un sistema complejo no es un sistema «complicado» que también está formado por varias partes, pero las relaciones entre éstas no añaden información adicional. Nos basta con saber cómo funciona cada una de ellas para entender el sistema. En un sistema complejo, en cambio, existen variables ocultas cuyo desconocimiento nos impide analizar el sistema con precisión. Así pues, un sistema complejo, posee más información que la que da cada parte independiente. Para describir un sistema complejo hace falta, no sólo conocer el funcionamiento de las partes, sino conocer el funcionamiento del sistema completo una vez relacionadas sus partes entre sí.
Hoy en día hay científicos dedicados exclusivamente a estudiar las leyes que rigen la aparición de sistemas complejos en la naturaleza. Mi favorito, por si queréis leerlo es Murray Gell-Mann, premio nobel en física 1969 y autor de The Quark and the jaguar, Adventures in the simplex and the complex (El quark y el jaguar. Aventuras en lo simple y lo complejo) que aborda con gran claridad divulgativa que son y cómo se generan los sistemas complejos.


Todo esto para hacer dos preguntas: ¿Es la aparición de la vida (sistema complejo no explicable por las condiciones previas del planeta) un proceso teleonómico, dado que es un sistema complejo (y con tendencia a aumentar su complejidad)? y ¿Es la emergencia de la mente cognitiva en los animales superiores un proceso teleonómico, dado que es un sistema complejo?

No voy a añadir mucho más, fíjense que para definir un proceso como teleonómico es preciso conocer sus componentes, sus relaciones, su intercambio de información y hetero-regulación, feed y feedback (alimentación y retroalimentación de sistemas autocontrolados) que son los objetivos de la cibernética, pero cuando se produce la aparición de la vida sobre la tierra, o su tendencia a permanecer, su comportamiento negantrópico o cuando en los animales superiores surge el destello de la mente cognitiva, es difícil aplicar la teleonomía (meta de una tendencia), no procede usar la teleomática, se queda corta la cibernética, al menos de momento y no sé si cabe sitio para la teleología.
 

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