jueves, 15 de noviembre de 2018

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?



Los científicos comienzan a descifrar un misterio que llevaba años exasperando a los filósofos.

LA CONCIENCIA ES TODO LO QUE EXPERIMENTAMOS. Es una melodía pegadiza en la cabeza, el dulzor de la mousse de chocolate, el malestar que causa un dolor de muelas, el amor incondicional por un hijo y la amargura de saber que todas las pasiones se acaban.

El origen y la naturaleza de esas experiencias, a veces de nominadas qualia, ha sido un misterio desde los albores de la antigüedad hasta nuestros días. Multitud de filósofos modernos que analizan la mente, entre los que cabría destacar quizás a Daniel Dennett, de la Universidad Tufts, consideran que la existencia de la consciencia es una ofensa tan intolerable contra lo que creen que debería ser un universo material e irrelevante y el vacío, que la califican como mera ilusión. Es decir, o niegan que existan los qualia, o bien defienden que la ciencia nunca sacará de ellos nada de provecho.

Si semejante afirmación fuese cierta, este artículo sería brevísimo. Todo lo que necesitaría explicarles es por qué usted, yo, y casi todo el mundo estamos absolutamente convencidos de que tenemos sensaciones. Si tuviéramos un flemón, el tormento no se reduciría ni un ápice con razonamientos enrevesados que pretendieran persuadirnos de que el dolor es un delirio. Como esta solución desesperada del  problema psicosomático no me encandila lo más mínimo, seguiré adelante.
La mayoría de los académicos aceptan que la consciencia es algo consolidado y buscan entender su relación con el mundo objetivo descrito por la ciencia. Hace más de un cuarto de siglo, junto con Francis Crick, decidimos apartarnos de los debates filosóficos sobre la consciencia (que llevaban ocupando a los eruditos desde, como mínimo, los tiempos de Aristóteles) y decidimos buscar su huella física. ¿Qué pasaría si la consciencia emanara de una región del cerebro muy excitable? Si llegáramos a saberlo, nos acercaríamos a la solución del problema fundamental.

En concreto, buscamos las correlaciones neuronales de la consciencia (CNC), definidas como los mecanismos neuronales mínimos que, juntos, bastan para cualquier experiencia consciente concreta. ¿Qué debe suceder en el cerebro para que experimentemos un dolor de muelas, por ejemplo? ¿Vibrarán algunas células nerviosas a una frecuencia mágica? ¿Tienen que activarse algunas <<neuronas de la consciencia>> especiales? ¿En qué regiones del cerebro están ubicadas?

Texto de Christof Koch extraído de la revista: InvestigacionyCiencia.es, agosto 2018

A lo largo de nuestra tertulia iremos sacando conclusiones y exponiendo nuestras ideas

No hay comentarios: