miércoles, 25 de enero de 2012

Poner en valor la coeducación

Nuestra compañera Rita me pide que os publique este artículo sobre la coeducación.

"Los argumentos que vamos a exponer en este modesto artículo están extraídos del programa realizado por FETE-UGT en colaboración con el Instituto de la Mujer y el Ministerio de Igualdad: Educando en Igualdad

Los centros educativos son, sin duda, el lugar en el que desde muy temprana edad las niñas y los niños-hoy más que nunca- pasan la mayor parte de su tiempo y donde van a compartir buena parte de su vida... A ellos los chicos y las chicas llegan con necesidades diferentes, con experiencias y expectativas únicas porque cada persona es única y diferente, por ello  la tarea de educar es tan compleja aunque sea al mismo tiempo tan extraordinaria, tan grande.

La enseñanza –educación- mixta se estableció en España con la II Republica aunque siguieron existiendo centros que impartían una enseñanza segregada por sexos influenciados por  sectores conservadores y católicos. Bajo la premisa de que lo contrario implicaba la perdida de pudor, de honestidad, en la realidad se educaba a niñas y niños segregados porque el sistema educativo-que aún tenemos-  está basado en un modelo de socialización que lleva funcionando desde siglos y que define el papel que deben desempeñar hombres-mundo público- y mujeres-mundo privado- por el hecho de ser de uno u otro sexo.

En la historia, a las funciones asignadas a las mujeres, no se les ha otorgado ninguna importancia a pesar de que han sido y son imprescindibles para mantener la vida y para que esa vida sea digna de ser vivida. En la cultura occidental, como en la Grecia clásica a la mujer se la identificaba con la naturaleza, la emoción, el caos y al hombre con la civilización, la razón y el orden. Por ello, para preservar esos valores, a las mujeres se las ha tenido sometidas (en algunas culturas persiste ese sometimiento) a la tutela de los hombres. Para lograrlo se crearon reglas, leyes, tradiciones y enseñanzas  que dictaban el destino de las mujeres, las privaban de libertad, derechos y por tanto de autonomía.
“los hombres pueden dar satisfacción a sus deseos, de cualquier orden que estos sean. Cuando las mujeres tiene un deseo ya hay una norma que les impide cumplirlo” Madame Bovary

Como bien sabemos el franquismo en su conjunto, significó un freno al desarrollo al que habían llegado las mujeres. La educación de niños y niñas debía ser diferente.  Se prohibieron las escuelas mixtas. Se  establecieron  diferentes currículos. Las niñas debían cursar asignaturas denominadas “materias del Hogar”, que tenían como objetivo formarlas para su verdadero destino en la vida: la familia, alejándolas del trabajo remunerado propio de los varones.

Con la llegada de la Democracia y con gran esfuerzo de la ciudadanía pero sobre todo del profesorado se estableció nuevamente la enseñanza mixta  A pesar de tantas voces a favor  y de que se considera un valor para la no discriminación, la igualdad de los sexos, la democracia y la integración,  el panorama actual no es el que se esperaba y lo que es más alarmante: no solo no se ha trasformado sustancialmente esa realidad de la que partíamos si no que se empiezan a oír voces, que de ser escuchadas, serán un retroceso en lo poco o, según se mire  no tan poco, logrado.

Decimos que el panorama educativo no ha cambiado como se esperaba porque, la educación mixta, era un paso necesario para un proyecto de coeducación, pero no suficiente y creemos que queda mucho por hacer para que los centros sean espacios democráticos y amables. Espacios de convivencia-que lo son- en los que las personas de uno y otro sexo se sientan reconocidas y participen responsablemente en el proceso educativo.

La coeducación es un reto para el conjunto de la sociedad y en estos momentos de cambio, en el que la asignación de funciones ya no está definida con la misma fuerza, en los que han aparecido conceptos como corresponsabilidad social, conciliación, reconocimiento, igualdad, discriminación, etc. nos parece más-no ya necesaria sino conveniente-  pues como sabemos los valores que la sustentan son entre otros: la igualdad de derechos y oportunidades, la cooperación, el respeto, la solidaridad, el trabajo en equipo, el intercambio de experiencias.

Dónde si no es en la escuela pueden recuperar las chicas y los chicos lo que el propio sistema les quito hasta ahora. Si seguimos  manteniendo un modelo androcéntrico del proceso educativo, olvidando todos los elementos positivos en cuanto al desarrollo de ciertos valores, actitudes y capacidades que supone la esfera de lo privado, el mundo considerado femenino. No estaremos dando respuesta a la realidad.  No solo necesitamos de la escuela mixta sino que ésta debe integra los dos currículos que se enseñaban por separado, si se abandona las enseñanzas referentes al ámbito doméstico (coser, cocinar, economía doméstica…) y el cuidado de los demás -las enseñanzas que se daban específicamente a las mujeres-, y orienta sus contenidos y valores hacia las necesidades del sistema productivo y las actividades del ámbito público, de poco servirá la mera reunión de chicas y chicos.

Nos parece que los argumentos que en nombre de las capacidades cognitivas de chicas y chicos algunos sectores utilizan para volver a educar “a la antigua” no tienen ningún valor frente a las necesidades que tienen ambos de reconocerse y capacitarse para afrontar como personas adultas sus propias vidas y las que puedan generar si así lo quieren.

  Defensores. Sostienen que las diferencias biológicas y de género condicionan el aprendizaje. Los chicos adquieren más lentamente habilidades lingüísticas y maduran después. Ellos tienen facilidad para el pensamiento lógico matemático. La testosterona les hace más inquietos; ellas atienden mejor en clase. Separar por sexos reduce la violencia escolar y mejora la autoestima de las chicas.
  Detractores. No está demostrado que las diferencias biológicas condicionen el aprendizaje. Los resultados tienen causas sociales. La educación de los padres determina en mayor medida los resultados. Si se acepta que separar a las chicas mejora su autoestima, sería legítimo separar a cualquier alumno con baja autoestima. La escuela es el lugar para poner de manifiesto las diferencias culturales y educar en igualdad.
Fuente: El País

Es a lo largo de eso años de escolarización, de aprendizaje  y convivencia, donde las chicas pueden empezar a sentirse reconocidas, ir encontrando referentes con los que identificarse y sentir así el reconocimiento como mujer con capacidad y libertad para participar en igualdad en los ámbitos de decisión, en proyectos educativos…y los chicos, que tan difícil les resulta el desarrollo de los aspectos emocionales, el cuidado y las relaciones afectivas, siendo todo ello, tan necesario para una vida plena y responsable y ambos salir a la vida adulta siendo diferentes pero no desiguales.

Somos conscientes de que al hablar de igualdad se suscitan ciertas susceptibilidades y por eso no queremos terminar sin una referencia explicita: el concepto de igualdad a veces se interpreta como si tratara de eliminar las diferencias que hay entre chicos y chicas o incluso que intentara hacer a ellas como ellos o viceversa. No, no es eso, un chico que llora cuando algo lo emociona y es capaz de hacerlo en clase no es como una chica, sigue siendo un ser único, diferente y yo diría que más evolucionado. Una chica que le gustan los deportes “duros” no es menos femenina que una que le gustan adornar con mariposas su cuarto.

La igualdad valora la diferencia, porque es una riqueza y es natural, pero lucha contra la desigualdad que significa injusticia, violencia y dominación de un sexo sobre otro. La educación en igualdad entre otras cosas:

 Favorece que las alumnas y alumnos puedan expresar sus formas diversas de ser mujer y hombre.
 Enseña a relacionarse desde el conocimiento mutuo, el respeto y la responsabilidad.
 Erradica los estereotipos sexistas que impiden el pleno desarrollo intelectual, emocional, físico y social.
 Desarrolla propuestas educativas que fomenten la corresponsabilidad en el espacio domestico, los cuidados, la atención a las personas y la participación social
 Incorpora el conocimiento, los saberes, intereses y experiencias de las mujeres al curriculum y a la práctica educativa
 Garantiza que el centro educativo sea un espacio amable, de paz y bienestar donde las alumnas y alumnos participen sin temor a la violencia o la discriminación sexista, racial u homófona.

Sabemos que el panorama que hemos descrito como deseable, dista mucho de ser una realidad porque hay demasiados intereses en contra y, como consecuencia, hay también muchas dificultades para poner en marcha un verdadero proyecto de coeducación. A pesar de ello tenemos la convicción de que hemos de seguir apoyando esta filosofía para la educación de nuestras niñas y niños, mujeres y hombres en un futuro.

La escuela coeducativa crea un ambiente de convivencia en el que tanto los hombres como las mujeres tienen la oportunidad de interpretar con libertad su diferencia sexual, masculina y femenina, y crecer hacia una ciudadanía responsable y democrática. Una ciudadanía que se relaciona desde la convivencia pacifica y está comprometida contra cualquier tipo de discriminación…”
 

Mairena 24 de enero de 2012

Rita Alcalde.

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