miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA NACIÓN (II)

LA DOCTRINA NACIONALISTA

El nacionalismo  da una respuesta a esta evidencia :“El pueblo no puede decidir antes que alguien decida quién es el pueblo” (Jennings)

Máxima nacionalista: De cada nación un estado, a cada nación un estado

Según la clasica definición de John Breuilly, la doctrina nacionalista se resume en tres principios:

1.Existe una nación con carácter peculiar y explícito
2.Los intereses y valores de la nación tienen prioridad sobre cualesquiera otros.
3.La nación debe ser tan independiente como sea posible, lo que normalmente requiere que alcance la soberanía política.
El s.XIX nos legó el mito nacionalista de que todos los humanes están divididos en grupos llamados naciones, y que cada nación está ligada a un determinado territorio propio -la tierra prometida o la tierra de los ancestros-, cuyos habitantes comparten el mismo origen y la misma “identidad” cultural nacional.
La nación del nacionalista es imaginada, a veces, como una persona que quiere, desea, sufre, exige, anima y conforta.
La nación es portadora de intereses y valores más nobles, importantes y elevados que los meros y egoístas de los individuos. Los individuos deben estar siempre dispuestos a sacrificarse por la nación; en casos extremos, deben verter por ella hasta la última gota de su sangre.
El nacionalismo ha adoptado formas muy diferentes, según las circunstancias étnicas y políticas. Puede hablarse de un nacionalismo unificacionista -como el alemán, el italiano o el panárabe-, de un nacionalismo separatista -como el irlandés, el corso o el vasco- y de un nacionalismo estatalista -como el mexicano, el argentino o el nigeriano.(J.M.)

Ignatieff: Como doctrina política, el nacionalismo es la idea de que los pueblos están divididos en naciones y que cada una de esas naciones tienen derecho a la autodeterminación, bien como unidades de autogobierno dentro de estados nación ya existentes, bien como estados nación mismos.
Como idea cultural, el nacionalismo es la creencia de que aunque los hombres y las mujeres tienen muchas identidades, es la nación la que les proporciona la forma primaria de pertenencia.
Como idea moral, el nacionalismo es una ética del sacrificio heroico, que justifica el uso de la violencia en defensa de la nación propia frente a los enemigos internos y externos.
Estas concepciones se refuerzan recíprocamente pero ninguna es evidente por sí misma. Muchas minorías étnicas no piensan en sí mismas como naciones ni reclaman estado propio. Tampoco es obvio que la identidad nacional debe ser un elemento más importante de la identidad personal que ningún otro; ni que la defensa de la nación justifique el uso de la violencia.
Cuando los nacionalistas sostienen que la pertenencia nacional es la forma más importante de pertenencia, quieren decir que no hay ninguna otra forma de pertenencia (a la familia, a la profesión o a los amigos) que sea segura si no tienes una nación que te proteja. Eso es lo que demanda sacrificio en defensa de la nación. Sin la protección de la nación todo lo que un individuo valora puede ser destruido. Uno pertenece allí donde está a salvo, y donde está a salvo es donde pertenece. Si el nacionalismo es persuasivo porque justifica la violencia, también lo es porque ofrece protección de la violencia.
Pertenecer es entender los códigos tácitos de la gente con la que vives; es saber que vas a ser entendido sin tener que explicarte. Este es el motivo por el que la protección y la defensa de la lengua de la nación es una causa nacionalista tan emotiva, ya que es la lengua, más que la historia o el territorio, lo que proporciona la forma más esencial de pertenencia. (M.I.)

La fuerza política del nacionalismo reside en su capacidad para crear un sentido de identidad como fundamento del poder estatal (M.Guibernau). En este sentido puede afirmarse que el nacionalismo constituye una especie de religión “nacional” del estado moderno
Toynbee decía que el nacionalismo constituye el 90% de lo que queda de religión en nuestro tiempo. En cualquier caso la similitud entre religiones y nacionalismos salta a la vista. Las naciones, como los dioses, no se ven ni se entienden. En las naciones, como en los dioses, se cree. Para el creyente, son evidentes; para el agnóstico, meras palabras. El nacionalismo merece el mismo respeto que todas las religiones, pero no más ni menos. Hay que evitar que sea perseguido y hay que evitar que persiga. Y sobre todo hay que propugnar una manera más precisa, objetiva y racional de describir la realidad social..(J.M.)

Mosterín cree que el nacionalismo ha incumplido sus promesas iniciales:
  1. acabar con la guerras. De hecho las ha multiplicado e inventado el terrorismo y las guerrillas. También la guerra total o guerra de todo un pueblo contra otro. Las guerras nacionalistas de los siglos XIX y XX han sido incomparablemente más mortíferas que las anteriores.
  2. acabar con la opresión. Sin embargo ha provocado opresiones, persecuciones, desplazamientos y genocidios. El nacionalismo griego masacra a los turcos que residían en su territorio en 1821; el turco exterminó a los armenios; el alemán a los judíos. Los chinos desparramados por el Asia oriental fueron víctimas de la autoafirmación nacionalista de Indonesia, Malasia y Vietnam…
  3. prometía crear un marco adecuado para el desarrollo de la actividad económica pero ha creado barreras, aduanas y proteccionismo.
  4. prometía una primavera cultural sin precedentes pero ha creado espacios culturales cerrados, estériles, endogámicos y ahogados en su propio provincialismo; como ejemplo los pequeños países de la Europa central que hasta la segunda guerra mundial formaban parte de la vanguardia intelectual y artística del mundo (con 36 premios Nobel.


Izquierda/derecha y nacionalismo: la extrema derecha siempre ha sido nacionalista (el fascismo y el nazismo son formas exacerbadas de nacionalismo) mientras que el marxismo empezó como una ideología y un movimiento internacionalista (la Internacional) pero por razones tácticas, a fin de aprovechar las revueltas y pasiones nacionalistas, se hizo más y más nacionalista (en el régimen de Pol Pot el conocimiento de lenguas extranjeras se castigaba con la muerte) (J.M.)  Salvo el anarquismo creo que todas las ideologías, partidos y/o gobiernos utilizan, en distinto grado y forma, proclamas nacionalistas, porque la llamada al patriotismo siempre encuentra eco y da réditos.
Antonio Domínguez

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