Según Avishai Margalit: "Una
nación, se ha definido como una sociedad que alimenta un embuste
sobre los ancestros y comparte un odio común por los vecinos. Por lo
tanto, la necesidad de mantener una nación se basa en memorias
falsas y el odio a todo aquél que no lo comparte." (Ética
de la Memoria, 2002).
En Occidente, durante la Edad Media,
se consideraba que existía una sola civilización unida básicamente
por una religión y una lengua culta común (Cristianismo y latín,
Islam y árabe, etc.). El Renacimiento ensalza la cultura clásica
greco-romana y el ideal del Antiguo Imperio.
El concepto de nación tiene como
germen el establecimiento de las monarquías absolutas en la Edad
Moderna. El aumento del comercio, que fortalece las lenguas
vernáculas; la emergencia de la burguesía que irá cobrando cada
vez más poder frente a la aristocracia, reclamando mayor unidad en
el mercado; la secularización de la vida cotidiana que se va
separando de la religión a medida que aumentan el conocimiento y la
educación (sobre todo en la clase alta), son factores que conforman
un nuevo tipo de Estado y de Sociedad.
Al cuestionar las monarquías
absolutas se eleva a la nación como sujeto de la soberanía,
olvidando así el concepto de civilización única preponderante en
épocas pasadas.
Actualmente nos hemos visto envueltos
en un proceso de construcción de entidades supranacionales. La
Sociedad de Naciones y la ONU, su sucesora, son buenos ejemplos de
ello. Las alianzas militares, OTAN, Pacto de Varsovia, …, han
amparado dentro de ellas alianzas comerciales y políticas de gran
calado que han ido reduciendo la soberanía de cada Estado.
La Unión Europea es posiblemente la
culminación de este proceso. Un proceso motivado en la
fundamentación de la economía en dos pilares:
- Crecimiento ilimitado: aumento incesante de la producción y de la riqueza, mediante el empleo de cada vez más recursos naturales.
- Globalización: mercado único mundial, sin trabas, sin aduanas, con absoluta “libre competencia”.
El fin del crecimiento,
de Bill McKibben (que he difundido a través de nuestro
coordinador), desmonta la posibilidad de crecimiento ilimitado.
La ONU ha realizado un llamamiento en los últimos días instando a
terminar con las emisiones de CO2. Pero eso no es más que
una parte del problema del agotamiento de recursos.
La globalización requiere la
construcción de gobiernos supranacionales (la UE es un ejemplo) que
impongan políticas económicas liberales frente a las políticas
sociales de los “antiguos” estados del bienestar social.
La creación de economías
sostenibles requiere el abandono del transporte de mercancías a
escala planetaria y la vuelta a economías que dependan sólo de los
recursos locales.
El ámbito territorial de cada nueva
economía local está por determinar, en función de la capacidad de
cada territorio de autoabastecerse.
La vuelta a las economías locales
requiere un nuevo modelo de organización social y configuración de
los Poderes. Los nacionalismos “históricos” no tienen cabida
desde luego en ese modelo. Otra cosa es la posibilidad de creación
de comunidades regionales autosuficientes.
En cualquier caso el derecho a la
autodeterminación de las comunidades territoriales debe prevalecer
sobre la imposición de la permanencia en estados que hoy en día han
dejado de ser garantes de unos derechos sociales básicos para
convertirse en meros instrumentos de propaganda y represión en favor
de las oligarquías económicas.
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