martes, 4 de noviembre de 2014

Las naciones y la economía

Según Avishai Margalit: "Una nación, se ha definido como una sociedad que alimenta un embuste sobre los ancestros y comparte un odio común por los vecinos. Por lo tanto, la necesidad de mantener una nación se basa en memorias falsas y el odio a todo aquél que no lo comparte." (Ética de la Memoria, 2002).
En Occidente, durante la Edad Media, se consideraba que existía una sola civilización unida básicamente por una religión y una lengua culta común (Cristianismo y latín, Islam y árabe, etc.). El Renacimiento ensalza la cultura clásica greco-romana y el ideal del Antiguo Imperio.
El concepto de nación tiene como germen el establecimiento de las monarquías absolutas en la Edad Moderna. El aumento del comercio, que fortalece las lenguas vernáculas; la emergencia de la burguesía que irá cobrando cada vez más poder frente a la aristocracia, reclamando mayor unidad en el mercado; la secularización de la vida cotidiana que se va separando de la religión a medida que aumentan el conocimiento y la educación (sobre todo en la clase alta), son factores que conforman un nuevo tipo de Estado y de Sociedad.
En este contexto van calando en la alta burguesía las ideas liberales promovidas por filósofos y literatos a partir de finales del Siglo XVII. Jhon Locke es, seguramente, el más destacado precursor.
Al cuestionar las monarquías absolutas se eleva a la nación como sujeto de la soberanía, olvidando así el concepto de civilización única preponderante en épocas pasadas.
Actualmente nos hemos visto envueltos en un proceso de construcción de entidades supranacionales. La Sociedad de Naciones y la ONU, su sucesora, son buenos ejemplos de ello. Las alianzas militares, OTAN, Pacto de Varsovia, …, han amparado dentro de ellas alianzas comerciales y políticas de gran calado que han ido reduciendo la soberanía de cada Estado.
La Unión Europea es posiblemente la culminación de este proceso. Un proceso motivado en la fundamentación de la economía en dos pilares:
  • Crecimiento ilimitado: aumento incesante de la producción y de la riqueza, mediante el empleo de cada vez más recursos naturales.
  • Globalización: mercado único mundial, sin trabas, sin aduanas, con absoluta “libre competencia”.
El fin del crecimiento, de Bill McKibben (que he difundido a través de nuestro coordinador), desmonta la posibilidad de crecimiento ilimitado. La ONU ha realizado un llamamiento en los últimos días instando a terminar con las emisiones de CO2. Pero eso no es más que una parte del problema del agotamiento de recursos.
La globalización requiere la construcción de gobiernos supranacionales (la UE es un ejemplo) que impongan políticas económicas liberales frente a las políticas sociales de los “antiguos” estados del bienestar social.
La creación de economías sostenibles requiere el abandono del transporte de mercancías a escala planetaria y la vuelta a economías que dependan sólo de los recursos locales.
El ámbito territorial de cada nueva economía local está por determinar, en función de la capacidad de cada territorio de autoabastecerse.
La vuelta a las economías locales requiere un nuevo modelo de organización social y configuración de los Poderes. Los nacionalismos “históricos” no tienen cabida desde luego en ese modelo. Otra cosa es la posibilidad de creación de comunidades regionales autosuficientes.
En cualquier caso el derecho a la autodeterminación de las comunidades territoriales debe prevalecer sobre la imposición de la permanencia en estados que hoy en día han dejado de ser garantes de unos derechos sociales básicos para convertirse en meros instrumentos de propaganda y represión en favor de las oligarquías económicas.



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