lunes, 13 de febrero de 2017

El Progreso

progreso
Del lat. progressus.
1. m. Acción de ir hacia delante.
2. m. Avance, adelanto, perfeccionamiento.
Recojo algunos mordiscos al tema del Progreso (¿idea, creencia, mito,..?), para recordar su evolución histórica (parcial o/y sesgada por escueta y subjetiva). Puede ser útil  para aquellos que no dispongan del tiempo necesario para leer los libros de la bibliografía:
“La esencia de la idea de progreso imperante en el mundo occidental puede enunciarse de manera sencilla: la humanidad ha avanzado en el pasado avanza actualmente y puede esperarse que continué avanzando en el futuro… La idea de progreso se ha referido desde los griegos al avance del conocimiento y más especialmente al tipo de conocimiento práctico contenido en las artes y las ciencias.”(La idea de progreso, de Robert Nisbet)
“La idea del progreso humano es pues una teoría que contiene una síntesis del pasado y una previsión del futuro. Se basa en una interpretación de la historia que considera al hombre caminando lentamente en una dirección definida y deseable e infiero que este progreso continuará indefinidamente. Ello implica que se llegará a alcanzar algún día una condición de felicidad general, que justifica el proceso total de la civilización, pues, si no, la dirección adoptada no sería la deseable. Ese proceso debe de ser el resultado necesario de la naturaleza psíquica y social del hombre, no debe hallarse a merced de ninguna voluntad externa ya que de no ser así no existiría la garantía de continuidad y de su final feliz y la idea de Progreso se convertiría paulatinamente en la de Providencia” (La idea del Progreso, John Bury)
“El concepto de progreso deriva su valor, su interés y su poder de sus referencias al futuro. Se puede concebir que la civilización haya avanzado gradualmente durante el pasado, pero la idea de progreso no aparece hasta que se conciba que la civilización está destinada a avanzar indefinidamente en el futuro. Las ideas necesitan de un clima intelectual y, por ello, trataré de mostrar que el clima intelectual de la antigüedad clásica y de los tiempos que la siguieron no eran propicios para el nacimiento de la doctrina del Progreso. Los obstáculos a su aparición no empezaron a ser superados definitivamente hasta el siglo XVI en el que gradualmente comenzó a prepararse una atmósfera favorable.”(JB)
“Los griegos aceptaban la vieja leyenda de una edad en la que los hombres desconocían la fatiga, la guerra y la enfermedad; era considerada como al estadio ideal en el que el hombre sería tremendamente afortunado caso de que pudiese volver a él. ..Para Platón el mundo fue creado y puesto en marcha por la divinidad y al ser obra suya era perfecto, pero no era inmortal y llevaba en sí el germen de la decadencia.Su duración era de setenta y dos mil años. Durante la primera mitad de ese periodo la uniformidad y el orden primigenio que le fue grabado por el creador se mantienen gracias a la dirección de éste pero luego se llegará a un punto a partir del cual el mundo comenzará por así decirlo a dar marcha atrás. La divinidad pierde influencia sobre la máquina, el orden se perturba y los últimos 36.000 años es un periodo de declive y degeneración. Al final de este período, el mundo abandonado a sí mismo, se disolverá en el caos, pero la divinidad volverá a tomar el timón restaurará las condiciones originales y todo el proceso comenzará de nuevo. La primera parte de este ciclo cósmico corresponde a la legendaria Edad de Oro en la que los hombres vivían feliz y sencillamente.” (JB)
“La teoría de los ciclos universales era tan corriente que puede ser descrita como la teoría ortodoxa del tiempo cósmico entre los griegos quienes la transmitieron a los romanos” (JB)
“Otra idea prevaleciente entre los griegos era la de la Moira. La fatalidad que implicaba resignación e impedía una atmósfera optimista de esperanza. ( Eran tres. En la tradición griega, se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. En origen muy bien podrían haber sido diosas de los nacimientos, adquiriendo más tarde su papel como verdaderas señoras del destino. Por todo ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas. Aunque Zeus era conocedor y administrador del destino de los hombres en tanto soberano del orden establecido, pero no decisor último del mismo; pero lo que cada hombre podría o no conseguir a lo largo de su existencia, el límite temporal a ésta y su finalidad predeterminada eran competencia exclusiva de las Moiras.” (Wikipedia))

“La idea del universo que prevaleció en la edad media y la orientación general del pensamiento humano eran incompatibles con algunos de los postulados fundamentales que requiere la teoría del progreso. Según la teoría cristiana, elaborada por los padres de la Iglesia, y especialmente por San Agustín, el propósito del movimiento de la historia es asegurar la felicidad de una pequeña parte del género humano en otro mundo. Para San Agustín, como para todo creyente medieval, el curso de la historia se completaría de modo satisfactorio si el mundo llegase a su fin durante su propia vida. No estaba interesado por el tema de si alguna mejoría de la sociedad o aumento del saber podrían llenar el periodo de tiempo que quedaba hasta el día del juicio. En el sistema de San Agustín, la era cristiana introducía el último periodo de la historia, la vejez de la humanidad que duraría solamente hasta que Dios pudiese reunir el número predestinado de los elegidos.” (JB)
“Todavía la doctrina medieval entiende la historia no como un desarrollo natural, sino como una serie de acontecimientos ordenados por la intervención divina y las revelaciones. Si la humanidad hubiese sido dejada a su propio arbitrio, hubiera arribado a un puerto poco deseable y todos los hombres hubiesen sufrido el destino de la perpetua miseria de la que la intervención sobrenatural rescató a una minoría. La creencia en la Providencia podría compartirse, de hecho ocurrió en una edad posterior con la creencia en el progreso, dentro de un mismo espíritu, pero los postulados fundamentales de ambas eran incongruentes y la doctrina del progreso no podía germinar mientras la doctrina de la Providencia se hallase en una supremacía indiscutida. Y la doctrina de la Providencia, tal como fue desarrollada  en la Ciudad de Dios de San Agustín dominó el pensamiento de la edad media.”(JB)
“Su tiempo fue un tiempo apocalíptico y la Ciudad de Dios  (escrita entre 413 y 426) es una gran respuesta a la ansiedad y tremenda perplejidad que la caída de Roma en 410 provocó en todo aquel mundo romano del cual San Agustín era parte integrante y un representante excelso. Roma, que a sí misma se veía como la “ciudad eterna”, no lo era y para explicarlo elabora su teoría de las dos ciudades, la mundana, civitas terrena, y la de Dios, civitas Dei: una perecible y la otra eterna; una cuyo destino era parte del ciclo de auges y caídas propios de todo lo humano y la otra marcada por su historia progresiva, coherente y lineal, que la lleva a ese fin apoteósico de los tiempos establecido desde siempre en el logos divino; una frente a la cual no se puede ser sino pesimista dada su condenación intrínseca, y la otra iluminada por el optimismo de la promesa de una salvación dada por la gracia divina. Se trata de una dualidad que se basa en una división profunda, y profundamente antimoderna, del género o linaje humano en dos especies con destinos muy diversos: el “pueblo de Dios”, es decir los elegidos por la gracia divina, y el resto. He aquí algunas frases esclarecedoras al respecto tomadas del primer capítulo del libro de la Ciudad de Dios titulado Principio de las dos ciudades en la Tierra que hablan de la división del linaje humano “en dos géneros: el uno de los que viven según el hombre, y el otro, según Dios; y a esto llamamos también místicamente dos ciudades, es decir, dos sociedades o congregaciones de hombres de las cuales la una estaba predestinada para reinar eternamente con Dios, y la otra para padecer eterno tormento con el demonio”. Es por ello que es sólo en el seno del pueblo de Dios y su ciudad donde hay progreso, un progreso que eleva al ser humano de lo terrenal a lo celestial: “la educación del linaje humano representado por el pueblo de Dios ha avanzado como la de un individuo, a través de ciertas épocas, o, por decirlo así,  edades, de modo que pudo elevarse gradualmente de las cosas terrenas a las celestiales, de lo visible a lo invisible.” (Mauricio Rojas, La idea de progreso y el concepto de desarrollo)
“Además, existía la doctrina del pecado original, obstáculo insuperable para la mejora moral del género humano mediante algún proceso gradual de desarrollo”(JB).

“Países civilizados de Europa emplearon unos 300 años para pasar del clima mental del medioevo al del mundo moderno… Se restauró la confianza en la razón humana y se reconoció que la vida en este planeta poseía un valor independiente de cualquier temor o esperanza relacionados con una vida ultraterrena. Los hombres recurrieron a la guía de los pensadores griegos y romanos y resucitaron el espíritu del mundo antiguo para exorcizar los fantasmas de las edades oscuras y tristes. Se volvieron así hacia una civilización pasada que entronizaron como un ideal en su ardor por los nuevos descubrimientos y en su reacción antimedieval ,con lo que apareció una nueva fuente de autoridad: la autoridad de los escritores de la antigüedad.”
“El florecimiento de la matemática y las ciencias naturales será un elemento fundamental de este proceso de engrandecimiento del hombre, uno de cuyos momentos culminantes es la publicación, en 1687, de “Los principios matemáticos de la filosofía natural” de Isaac Newton. Se hacía cada vez más evidente que el universo creado era plenamente comprensible para el hombre y con ello, en el fondo, el creador o Dios mismo lo era. Todo lo creado seguía un plan lógico, matemático, cuya gran conceptualización sería obra del célebre contemporáneo de Newton, Leibniz. Para todo lo existente expresa un desarrollo progresivo en el sentido aristotélico de la palabra, donde todo lo que ha llegado a ser es una manifestación de lo que era potencialmente posible desde siempre. Se forma así lo que Leibniz llamó una cadena que une todo lo existente, desde lo más remoto e inanimado hasta la existencia superior del ser humano y la venidera Ciudad de Dios, en un gran desarrollo donde se busca que la plenitud de la potencia se transforme en la plenitud del acto, para decirlo con Aristóteles. (MR)
A lo largo del siglo XVI, si bien tímida y esporádicamente, los hombres empezaron a rebelarse contra la tiranía de la antigüedad o, mejor, a preparar el camino hacia una rebelión abierta que se produciría en el siglo XVII. Pronto empezaron a mostrarse brechas en la orgullosa acrópolis del saber antiguo. Copérnico minó la autoridad de Tolomeo y sus predecesores, las investigaciones anatómicas de Vesalio dañaron el prestigio de Galeno, Aristóteles fue atacado en diferentes frentes... En algunas ramas de la ciencia comenzó una innovación que sirvió de heraldo para una revolución radical en el estudio de los fenómenos naturales, aunque el significado general de las perspectivas que habrían  esas investigaciones era tan sólo vagamente atisbado en aquellos tiempos… Rehabilitar al hombre natural, proclamar que debería ser el dueño de su propio destino, afirmar su libertad en el campo de la literatura y del arte, fue la tarea del primer renacimiento. El problema del renacimiento tardío consistía en completar esa emancipación en el terreno del pensamiento filosófico”(JB)
“Los antiguos contra los modernos. Por un lado, estaban en el siglo XVII aquellos que creían que nada de lo que se había escrito o realizado intelectualmente en los tiempos modernos igualaba la calidad de las obras de la antigüedad clásica. Para los partidarios de los antiguos no había en los tiempos modernos nadie que pudiera compararse con Homero, Esquilo, Platón, Lucrecio o Séneca… Fontenelle, partidario de los modernos argumenta  que dada la invariabilidad de las leyes de la naturaleza (Descartes) la mente humana de hoy tiene las mismas facultades, es decir, la razón y la imaginación, y la misma riqueza y potencia que en el pasado. No existe ninguna prueba que atestigüé la degeneración de la razón humana desde la época de los griegos. Y si los hombres de nuestro tiempo están tan bien constituidos física y mentalmente como lo estaban los hombres de la antigüedad, se desprende que ha habido y seguirá habiendo un definido avance tanto de las artes como de las ciencias, simplemente porque cada era tiene la posibilidad de desarrollar lo que le han legado las eras precedentes. “(RN)

“Los modernos ganaron la batalla y a comienzos del siglo XVII esta concepción modernista era la más aceptada entre un creciente número de intelectuales: que la humanidad ha avanzado culturalmente, avanza hoy y continuará avanzando durante un largo tiempo por venir, y que este avance es el resultado exclusivamente de causas naturales y humanas” (RN).
continuará

Antonio Domínguez Camacho


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