Si el patriarcado es la autoridad ejercida por un varón en
la familia, indagando un poco en los orígenes podemos encontrar cómo se ha ido
formando.
Comencemos por la Biblia:
Génesis 2:22
De la costilla que le había quitado al hombre, Dios
el Señor hizo
una mujer y se la presentó al hombre
Génesis 3: 6
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era deseable a los ojos, y árbol de
codicia para entender; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido,
y comió con ella
Pablo: Carta a los corintios
11:3 Sin
embargo, quiero que sepan esto: Cristo es la cabeza del hombre; la cabeza de la
mujer es el hombre y la cabeza de Cristo es Dios.
11:7 El
hombre, no debe cubrir su cabeza, porque él es la imagen y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo
del hombre.
Si ahora damos un salto y
nos venimos al presente hemos de recordar el acuerdo entre el Estado Español y
la Santa Sede, y vigente desde 1979. En algunos de sus apartados, para
no apartarnos de la Biblia, se contempla:
* Por
una parte, el Estado reconoce el derecho fundamental a la educación religiosa y
ha suscrito pactos internacionales que garantizan el ejercicio de este derecho
* Los
planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General
Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de
Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades,
incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de
Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales
Y ya para terminar, de momento, veamos lo
que dice nuestra Constitución en su artículo 57.1:
«La sucesión en el trono seguirá el
orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la
línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al
más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la
persona de más edad a la de menos».
(Texto extraído de Wikipedia): Este
orden sucesorio significa que la Corona corresponde, sucesivamente, a los hijos
varones del Rey y a sus descendientes, a las hijas del Rey y sus descendientes,
a los hermanos y hermanas del Rey y a los demás parientes, siempre en orden de
edad y con preferencia de los varones sobre las mujeres entre las
personas con igual grado de parentesco.
En la cronología queda perfectamente definida la inferioridad de la mujer
respecto al hombre; aunque podríamos haber traído más ejemplos históricos, creo
que estos son suficientes como para entender que, después de tantos siglos de
trato discriminatorio hacia ella, la sociedad y los poderes públicos deberían
sonrojarse por su inanición.
Manolo Quero
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