viernes, 4 de octubre de 2013

COPA-FILO Noviembre: EPICURO. UNA FILOSOFIA PARA LA FELICIDAD



Epicuro (griego: Επίκουρος; Samos, aproximadamente 341 a. C. - Atenas, 270 a. C.) fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo. Ningún otro filósofo de la Antigüedad ha sido tan maltratado y trivializado por una tradición exegética hostil como él. Carlos García Gual revisa críticamente el hedonismo epicúreo, filosofía post-aristotélica que contempla el desconcierto ante los grandes ideales heredados, propone un nuevo sistema cuya coherencia importa más que la originalidad, sustituye la metafísica idealista por el materialismo y sienta las bases para una ética individualista. El epicureísmo representa, junto al escepticismo y el estoicismo, la madurez del pensamiento sistemático griego, cuya crítica del pensamiento de Aristóteles y del atomismo democriteo es compatible con la aceptación de aspectos fundamentales de ambos, de forma tal que la innovación se inscribe dentro de la continuidad de la historia del pensamiento griego.
Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, se le calculan unas 50 obras más multitud de cartas y manuscritos, prácticamente todo perdido, por suerte, conocemos bien sus enseñanzas a través de la obra De rerum natura del poeta latino Lucrecio (un homenaje a Epicuro y una exposición amplia de sus ideas), así como a través de algunas cartas y fragmentos rescatados.
Epicuro al inicio del siglo III funda una escuela filosófica en Atenas que se llamara “El Jardín”, en esa época la filosofía griega ya es madura: Existen y son famosas las escuelas de Platón y Aristóteles que se inician en el siglo anterior. Euclides y Jenofonte por citar a los más conocidos son sus predecesores en la filosofía que se discute en Atenas y más antiguos del siglo V, ya han dejado sus enseñanzas Demócrito cuyo discípulo, Nausífane,  fue maestro de Epicuro, Sócrates, Heráclito, Anaxágoras, Critón, Jenofantes, Parménides, Protágoras y Zenón de Elea son algunos ejemplos. Es ilustrativo citar esta larga lista de filósofos para que nos parezca normal que algunas de las proposiciones filosóficas de Epicuro nos resulten tan avanzadas, sin sorprendernos. Por ejemplo su versión del atomismo constituyente de la naturaleza, donde superando a Demócrito propone que la materia se compone de átomos y que el número de átomos distintos debe ser finito, asunto que es corroborado por la ciencia 2.200 años después. En cuanto a su ética, que es el aspecto que más ha interesado a sus lectores, destaca por centrarse en el individuo y no en la colectividad, como gran parte de sus antecesores y con el objetivo de proponer caminos para obtener la felicidad personal; en línea con Siddhartha Gautama (Buda) que nació unos 100 años antes.
Su método, aunque primitivo para nuestros días, es una forma de empirismo basado en los sentidos. A fuerza de repetirse las sensaciones y acumularse en la memoria, se forman las “ideas generales” que adelanta la capacidad humana de producir conceptos y a partir de los conceptos se pueden llegar a las “proyecciones imaginativas” que vendría a ser lo que llamamos “teorías”. Son ideas sobre la realidad que no son perceptibles sensorialmente, por ejemplo la teoría atomista de la Naturaleza. Como estaréis pensando, nada que ver con Platón.
Su visión de la física  no puede ser más moderna. Los átomos en su devenir por el vacío son desviados por el “clinamen” (azar) que es el principio de libertad en la Naturaleza cuya existencia considera eterna hacia el pasado y el futuro, sin creación ni final (al menos vigente hasta mitad del siglo XX). Considera lo humano materia (átomos) y por tanto en función del mismo azar, destinado a deshacerse en algún momento (muerte), eliminando el destino, la vida más allá y la naturaleza no material del alma.
Este párrafo es importante para comprender su ética. La existencia es limitada y la libertad existe (clinamen). Por tanto su filosofía ética está dirigida a enseñar a ser feliz al individuo humano en la tierra y es una práctica individual, sin intención colectiva, basada en el aprendizaje y la libertas de elección y no está dirigida a los filósofos, reyes u otros personajes destacados, sino a todo ser humano indistintamente de su condición, edad o sexo. De una manera simple considera que existe una línea continua entre dos puntos opuestos que son el miedo y el placer. El primero te impide sentir felicidad y el segundo es visto como bueno y útil para alcanzarla. De ahí la definición exacta de los 4 miedos: dioses, muerte, dolor y fracaso, de los que espero que hablemos durante la tertulia. También, como no, clasifica los placeres y los ordena por orden de prioridad: 1) Los naturales-imprescindibles, alimentos, vivienda y seguridad, 2) los naturales-prescindibles, sexo, conversación y artes, y 3) los innaturales-prescindibles, fama, poder y prestigio. La obtención de los placeres debe ser económica, la segunda categoría los considera buenos y deseables siempre que impere la moderación y no se ponga en peligro los 1ºs., los de tercer rango los considera superfluos por producir un placer excesivamente efímero.
Las herramientas para obtener placer efectivo (el que produce “ataraxia”)  son la economía de esfuerzo en su consecución, la autonomía, la moderación y la prudencia y el estado máximo que se puede alcanzar es la “ataraxia” que viene a ser la tranquilidad del alma, que es algo duradero, distinto de los placeres de corto alcance, que aunque buenos y deseables, producen un bajo rendimiento en cuanto a la consecución de felicidad, en cambio aquellos que son duraderos se consideran los de mayor valor, como la amistad, la ausencia de codicia, la justicia, la austeridad, la alegría de vivir la vida, el no sentirse acabado, la meditación y sobre todo la obtención de conocimiento, por eso considera sinónimo la palabra “sabio” y “el que es feliz”.

La lectura recomendada es:
http://www.casadellibro.com/libro-epicuro/9788420640945/863137 

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